miércoles, 11 de octubre de 2017

¿Para qué sirve la astronomía?

Luego de un análisis superficial, no son pocos los que sostienen que la astronomía constituye una actividad carente de sentido práctico; que absorbe recursos económicos que podrían destinarse a resolver problemas prioritarios. Sin embargo, al igual que las restantes ramas de la ciencia experimental, la astronomía ha brindado conocimientos que no sólo permitieron incrementar el nivel intelectual medio de la humanidad (implicando por ello también un “sentido práctico”), sino que además favorecieron el desarrollo de otras ramas de la ciencia, además de la tecnología.

La aplicación inicial de las observaciones astronómicas involucró la medida del tiempo. La rotación aparente del sol y su posición relativa, brindaron la posibilidad de medir la duración del año solar. La estimación de la duración del año, en las épocas de Rómulo (hace unos 27 siglos), fue de 304 días, por lo que el año se dividió en 10 meses comenzando en marzo. De ahí que septiembre proviene de siete, octubre de ocho, noviembre de nueve y diciembre de diez. Una mejora en las observaciones, por parte de los astrónomos romanos, se produjo cuando el sucesor de Rómulo, es decir, Numa Pompilio, introdujo los meses de Enero y Febrero. El nombre Enero (Jannuary, Gennaio, Janeiro, en inglés, italiano y portugués, respectivamente) proviene del dios Janos, que tenía dos caras: una que miraba al año viejo y otra al año nuevo.

Un perfeccionamiento posterior se establece en épocas de Julio César, al corregir las diferencias observadas mediante el agregado de un día en los años bisiestos. Al quedar todavía una diferencia de 11 minutos y 3,7 segundos, no advertido por los astrónomos de Julio César, en el lapso de unos siglos se acumulan algunos días, algo no aceptable para la Iglesia Católica, por cuanto se observaba un corrimiento temporal de las festividades religiosas. Ello conduce a que el Papa Gregorio XIII decida suprimir 10 días en octubre de 1582.

El calendario gregoriano, por ser de origen católico, no fue aceptado por los países protestantes. Incluso se da el caso en que Isaac Newton nace en el día de Navidad de 1642, en Inglaterra, mientras que, en varios países del continente europeo, los almanaques indican en 4 de enero de 1643. Daniel Castro Landeira escribió: “La reforma, estudiada por una comisión ad hoc convocada por el Papa Gregorio XIII y que dio lugar al calendario gregoriano, inaugurado en 1582, fue motivo de profundas discusiones, aun en los mismos países católicos (los cristianos ortodoxos orientales y protestantes directamente la rechazaron). Es que no hubo un proyecto único de reforma y cada autor buscaría que el suyo fuera el que se impusiera; y el que finalmente se adoptó representaba una solución de compromiso entre la exactitud y la simplicidad”.

“Finalmente, el método que se adoptó fue el que había ideado el médico calabrés Luigi Giglio (en latín Aloisius Lilius), que había muerto en 1576, y por lo cual el sistema, antes de ser conocido universalmente como calendario gregoriano, había sido designado con el nombre de calendario liliano” (De “Fronteras del tiempo”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2000).

La astronomía promovió también el desarrollo de la trigonometría (tri-gono-metría, tres-ángulos-medir, es decir, medición de triángulos). Tanto los astrónomos como quienes realizan mediciones de terrenos y construyen mapas, utilizan la “triangulación” como operación básica para sus cálculos. Francisco Arago escribió: “Hiparco, a quien el mundo científico unánimemente ha otorgado el glorioso título del más grande astrónomo de la antigüedad, nació en Nicea, Bitinia, en fecha que no ha podido precisarse con exactitud…Sólo sabemos, a través de Ptolomeo, que hacia los años de 127 y 128 de nuestra era, el ilustre astrónomo gozaba de la plenitud de su vida”.

“Al principio, para sus observaciones, procedió Hiparco por la vía de la ascensión recta y de la declinación. Ideó métodos a fin de transformar estas dos coordenadas de los astros en longitud y latitud; en una palabra, se le debe la invención de la trigonometría esférica” (De “Grandes astrónomos anteriores a Newton”-Espasa-Calpe Argentina SA-Buenos Aires 1944).

La síntesis entre física y astronomía fue establecida por Isaac Newton cuando pudo enunciar las leyes de la mecánica junto a la ley de gravitación universal. La mecánica newtoniana, que fue el soporte teórico de la Revolución industrial, junto a la máquina de vapor, surgió, no tanto porque su descubridor pensaba en sus aplicaciones posteriores, sino para describir en forma aceptable al sistema planetario solar.

Los avances de la óptica se vieron favorecidos por el perfeccionamiento del telescopio de refracción, por parte de Galileo Galilei, quien fue el primer observador del cielo con ese instrumento, y también con la invención del telescopio de reflexión por parte de Newton.

La fundamentación adicional de la física del calor, la termodinámica, se logró con la mecánica estadística. Los pioneros trabajos de James Clerk. Maxwell estuvieron relacionados con un estudio previo de los anillos de Saturno. Miguel Ángel Sabadell escribió: “En 1857, un problema absorbió prácticamente todo el tiempo libre de Maxwell, una incógnita que había estado intrigando a los astrónomos durante más de doscientos años: los anillos del gigante gaseoso Saturno. Su sistema de anillos desafiaba las leyes de la dinámica celeste y este misterio fue llevado al centro de la arena científica cuando se convirtió en tema para un premio”.

“Considerar el rozamiento como algo que perturbaba la estabilidad del sistema le llevó a reflexionar sobre la viscosidad de los gases y, de ahí, saltó a investigar la teoría cinética de los gases, una de sus obras más importantes” (De “Maxwell. La síntesis electromagnética”-RBA Coleccionables SA-Buenos Aires 2013).

También las observaciones astronómicas permitieron a los químicos conocer un nuevo elemento; el helio, descubierto en el Sol antes de ser observado en la Tierra. D. N. y V. D. Trífonov escribieron: “El hallazgo del helio ocupa un lugar excepcional en la historia de los elementos químicos. Es que, en el año 1868, en el espectro de las protuberancias solares fue descubierta una línea que no correspondía a ningún elemento existente en la Tierra. Precisamente este hecho permitió a los científicos afirmar que en el Sol existía un elemento desconocido denominado helio. Pero en objetos terrestres el helio fue encontrado sólo a los 27 años y por primera vez separado en forma material” (De “Cómo fueron descubiertos los elementos químicos”-Editorial MIR-Moscú 1984).

Con la expansión de la física teórica al ámbito del núcleo atómico, se fueron requiriendo aceleradores de partículas cada vez más potentes. Se ha llegado al extremo de que la verificación experimental de las teorías de gran unificación exige energías mucho más altas que las disponibles en los aceleradores de partículas actuales, e incluso de los que podrán construirse en un futuro. Esta imposibilidad, que antes se compensaba con los rayos cósmicos (el acelerador de partículas “de los pobres”), sólo puede solventarse con el estudio que los astrónomos y astrofísicos realizan sobre los instantes iniciales del big-bang, es decir, del universo en sus inicios, mediante confirmaciones indirectas manifestadas con la radiación existente en el universo.

El sentido práctico de todo esto se vislumbra ante la certeza de que tanto el petróleo como el uranio se agotarán en cuestión de decenas de años, o a lo sumo, en pocos siglos, por lo que la única alternativa de supervivencia de la humanidad radica en la posibilidad de obtener energía de la fusión nuclear, cuyo “combustible” es el hidrógeno. Y no sería del todo descabellado pensar que, para lograr éxito en ese proceso tecnológico, sea necesario contar con una teoría unificada de las fuerzas de la naturaleza; teoría que sólo podrá verificarse por su compatibilidad con las condiciones iniciales del universo. La astronomía habrá cumplido nuevamente la misión de permitir un nuevo avance en el conocimiento científico.

1 comentario:

Tony dijo...

Y ni qué hablar de lo que nos revoluciona como humanidad y altera nuestra vida hasta lo más ínfimo, la revolución tecnológica a partir del desarrollo de la electrónica con las computadoras, sistemas de comunicación, inteligencia artificial, etc. En gran parte debido a mi parecer al impulso dado por la investigación y conquista espacial.