sábado, 21 de octubre de 2017

Gandhi como vínculo entre Oriente y Occidente

Por lo general, se piensa que la civilización occidental difiere netamente de la civilización oriental. Sin embargo, aun cuando algunas costumbres típicas sean muy distintas, se advierte que la esencia del ser humano es siempre la misma. De ahí que en todas partes surjan innovaciones para una creciente adaptación cultural al orden natural; proceso que tiene una significación similar para todos los hombres. Mahatma Gandhi mostró su pertenencia tanto a su India natal como también a la Europa que lo formó intelectualmente, manifestando un mensaje pacificador válido para todos los hombres del planeta, mostrando que la paz es posible, aunque todavía estemos lejos de alcanzarla.

Giovanni Papini describe la esencia del pensamiento de Gandhi, como hombre universal, con las virtudes y defectos propios de todos los hombres reales y concretos; recurre para ello a Gog, un personaje literario quien entrevista a las figuras destacadas mundialmente durante la primera mitad del siglo XX.

VISITA A GANDHI

Por Giovanni Papini

No quería abandonar la India sin haber visto al más célebre hindú viviente, y fui hace dos días, al Satyagraha Ashram, domicilio de Gandhi.

El Mahatma, me ha recibido en una estancia casi desnuda, en donde él, sentado en el suelo, se hallaba meditando junto a un argadillo inmóvil. Me ha parecido más feo y más descarnado de lo que aparece en las fotografías.

“Usted quiere saber- me ha dicho entre otras cosas- por qué deseamos expulsar a los ingleses de la India. La razón es muy sencilla: son los mismos ingleses que han hecho nacer en mí esta idea castizamente europea. Mi pensamiento se formó durante mi larga estancia en Londres. Me di cuenta de que ningún pueblo europeo soportaría ser administrado y mandado por hombres de otro pueblo. Entre los ingleses sobre todo, este sentido de la dignidad y de la autonomía nacional está desarrolladísimo. No quiero ingleses en mi casa precisamente porque me parezco demasiado a los ingleses. Los antiguos hindúes se preocupaban muy poco de las cuestiones de la Tierra y mucho menos de la política. Sumergidos en la contemplación del Atman, del Brahman, del Absoluto, deseaban solamente fundirse en el Alma única del universo. Para ellos, la vida ordinaria, exterior, era un tejido de ilusiones, y lo importante era liberarse de ella lo más pronto posible, primeramente con el éxtasis y luego con la muerte”.

“La cultura inglesa, de sentido occidental –importada por efecto de la conquista- ha cambiado nuestro concepto de la vida. Digo nuestro, para decir el de los intelectuales, pues la masa ha permanecido durante siglos refractaria al mensaje europeo de la libertad política. El primero en sentirse impregnado de las ideas occidentales he sido yo, y me he convertido en el guía de los hindúes precisamente porque soy el menos hindú de todos mis hermanos”.

“Si lee usted mis libros y sigue mi propaganda verá claramente que las cuatro quintas partes de mi cultura y de mi educación espiritual y política son de origen europeo. Tolstoi y Ruskin son mis verdaderos maestros. El Cristianismo ha inspirado, más que el budismo, mi teoría de la no resistencia. He traducido a Platón, admiro a Mazzini, he meditado sobre Bacon, sobre Carlyle, sobre Boehme, me he servido de Emerson y de Carpenter. Mis ideas sobre la necesidad de la desobediencia, proceden de Thoreau, el sabio solitario de Concord; y mi campaña contra las máquinas, es una repetición de aquella que los luditas, es decir, los secuaces de Ned Lud, realizaron en Inglaterra de 1811 a 1818. Finalmente, la poesía del argadillo se me reveló leyendo en el Fausto de Goethe, el episodio de Margarita”.

“Como ve, mis teorías no deben nada a la India, vienen todas de Europa, y especialmente de los escritores de lengua inglesa. Figúrese que únicamente en Londres, en 1890, estudié el Bhagavad Gita, por indicación de Mrs. Besant (una inglesa). Y al propugnar hoy la unión de los hindúes, mahometanos, parsis y cristianos, no hago más que seguir el principio de la unidad religiosa proclamada por la Teosofía, creación castizamente europea. Huelga añadir que mi condenación de las castas deriva de los principios de igualdad de la Revolución Francesa”.

“La historia de Europa en el siglo XIX, tuvo sobre mí una influencia decisiva. Las luchas de los griegos, de los italianos, de los polacos, de los húngaros, de los eslavos del sur para substraerse al dominio extranjero me han abierto los ojos. Mazzini ha sido mi profeta. La teoría del Home Rule de Irlanda es el modelo de movimiento que yo he llamado aquí Hind Swarai. He introducido en la India, por lo tanto, un principio absolutamente extraño a la mente hindú”.

“Los hindúes, hombres metafísicos y cuerdos, han considerado siempre la política como una actividad inferior; si es necesario un poder, y si hay gente que lo quiera ejercitar –pensaban- dejémosla hacer; será una molestia menos para nosotros. El hindú vive en el reino del espíritu puro, aspira a la eternidad. ¿Qué importa que le gobiernen rajaes indígenas o emperadores extranjeros? Por esto soportamos durante siglos el dominio mongol y el mahometano. Luego vinieron los franceses, los holandeses, los portugueses, los ingleses; establecieron factorías en la costa, avanzaron hacia el interior y les dejamos hacer”.

“Son los europeos y, únicamente los europeos, los responsables de nuestro deseo presente de arrojar a los europeos. Sus ideas nos han cambiado, es decir desindianizado, y entonces, convertidos en discípulos de nuestros amos, ha nacido el deseo de no querer ya más amos. El que está más saturado del pensamiento inglés soy yo, y por esto estaba destinado a ser el jefe de la cruzada anti-inglesa. No se trata aquí, como presumen los periodistas europeos, de una lucha entre el Occidente y el Oriente. Al contrario: el europeismo ha impregnado de tal modo a la India que nos hemos visto obligados a levantarnos contra Europa”.

“Si la India hubiera permanecido puramente hindú, es decir, fiel a Oriente, toda contemplativa y fatalista, nadie de los nuestros habría pensado en sacudir el yugo inglés. En el momento en que fui traidor al espíritu antiguo de mi patria, aparecí como libertador de la India. Las ideas europeas a través de mi proselitismo –preparado de un modo excelente por la cultura inglesa difundida en nuestras escuelas- ha penetrado en las multitudes y ya no hay remedio. Un hindú auténtico puede tolerar ser esclavo; un hindú anglinizado quiere ser el dueño de la India como los ingleses, de Inglaterra. Los más anglófilos –como lo era yo hasta fines de 1920- son necesariamente anti-británicos”.

“Este es el verdadero secreto de lo que se llama «movimiento gandhista», pero que debería llamarse más propiamente, movimiento de los hindúes convertidos al europeísmo contra los europeos renegados, es decir, contra esos ingleses que morirían de vergüenza si fuesen a mandar en su país los franceses o los alemanes, y que luego pretenden gobernar, con la excusa de la filantropía, un país que no les pertenece”.

“¡Nos habéis cambiado el alma y ya no queremos saber nada de vosotros! ¿Recuerda el Aprendiz de Mago, de Goethe? Los ingleses han despertado en nosotros el demonio de la política que dormía en el fondo de nuestro espíritu de ascetas desinteresados, y ahora ya no saben cómo poderle hacer desaparecer. ¡Peor para ellos!”.

Hacía ya algunos minutos que había entrado un discípulo en la habitación y silenciosamente había hecho una seña al Mahatma. Apenas hubo terminado de hablar, me puse en pie para dejarle en libertad, y después de haberle dado las gracias por sus inesperadas informaciones, regresé en automóvil a Ahmadabad.

(De “Gog”-Ediciones Ercilla-Santiago de Chile 1937).

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