martes, 23 de mayo de 2017

Antiperonistas

El calificativo de antiperonista, atribuido a una persona, nos sugiere la idea de alguien orientado políticamente en forma negativa, por cuanto no estaría a favor de una causa sino en contra de alguna. De ahí que sea conveniente decir que se trata de una persona que está a favor de la democracia y que, como consecuencia, es antiperonista, anticomunista, antifascista, etc. En este caso, democrático sería un gobierno con acceso legítimo al poder y, sobretodo, con una gestión fiel a las leyes y a la moral elemental, ya que el peronismo cumplía ampliamente con la primera condición mientras que incumplía ampliamente con la segunda.

Si se nos pregunta por tres argentinos que hayan tenido trascendencia fuera del ámbito nacional (exceptuando deportistas, dictadores y terroristas), podríamos nombrar a Jorge Luis Borges, a Mario Bunge y a Bernardo Houssay. De la misma manera en que las principales figuras de la cultura italiana eran antifascistas y las principales figuras de la cultura alemana eran antinazis, no es de extrañar que los nombrados hayan sido antiperonistas. Mario Bunge escribió: “Para que un gobierno sea legítimo, debe cumplir dos condiciones: debe gozar de amplio apoyo popular y debe comportarse moralmente, o sea, trabajar al servicio del pueblo en lugar de servirse de él. Por ejemplo, los gobiernos peronistas gozaron de legitimidad política porque fueron libremente elegidos por grandes mayorías. Pero su legitimidad moral es dudosa, ya que hicieron tanto o más mal que bien. Por ejemplo, los dos primeros gobiernos peronistas ampliaron la legislación laboral, pero sometieron al movimiento obrero; dieron el voto a la mujer, pero la engañaron; construyeron edificios escolares, pero transformaron las escuelas en centros de adoctrinamiento partidario; abrieron mercados internacionales, pero inauguraron la inflación; aseguraron el libre sufragio, pero no la libertad de asociación ni de expresión; para colmo, minaron la débil cultura superior” (De “100 ideas”-Debolsillo-Buenos Aires 2009).

Bunge relata el caso de un adjunto de cátedra (al que denomina con el ficticio nombre de Troll), que tuvo un ascenso inesperado durante el gobierno peronista, dando una idea de cómo se hacían las cosas en esa época: “Todos los años Ramón G. Loyarte le encargaba a su adjunto que dictase la unidad más sencilla del programa: óptica geométrica, una teoría que había alcanzado su máximo desarrollo a finales del siglo XVII. Pese a que era simple al punto de ser aburrida, Troll no podía con ella: los estudiantes de física asistíamos a sus clases para divertirnos con sus perplejidades y sus burradas”.

“Nunca sospechamos que llegaría el día en que Troll, a expensas de su afiliación peronista, sería designado director del Instituto de Física de la Universidad Nacional de La Plata (rebautizada: Eva Perón). De la noche a la mañana, el minúsculo personaje se transformó en un energúmeno que gritaba a sus colegas y tomaba decisiones absurdas”.

“Afortunadamente, Troll carecía de la imaginación necesaria para hacer daños mayores. En esto le ganó de lejos su correligionario, un tal Bombel, que hizo una carrera meteórica en la Facultad de Ciencias de Buenos Aires. A pesar de carecer de antecedentes científicos, y aunque recitaba sus clases de memoria, este señor fue ascendido a profesor y luego designado decano. Y una vez munido de su autoridad decanal, robó cuanto instrumental pudo, incluso el que había estado atornillado al piso” (De “Provocaciones”-Edhasa-Buenos Aires 2011).

Generalmente se habla de la ayuda del peronismo hacia los pobres. Sin embargo, debe aclararse que favorecía a los pobres que se declaraban peronistas, mientras Perón daba órdenes de dejar cesantes a los empleados estatales no peronistas. Ante una pregunta periodística a Bunge acerca de si sufrió el sectarismo peronista, respondió: “Sí, lo sufrí porque el país perdió muchos investigadores. No tanto en física, pero sí en biología. Y porque no se veían perspectivas. Para poder conseguir trabajos se necesitaba certificado de buena conducta; segundo, afiliarse al partido peronista; y tercero, hacer aportes a la Fundación Eva Perón. Todos los meses cuando cobraba mi modesto sueldo de ayudante escribía una carta para que no se me descontara mi sueldo para la Fundación. Además, siempre me negué a afiliarme al partido y no conseguía certificado de buena conducta ni para poder sacar mi pasaporte” (De “Vistas y entrevistas”-Ediciones Siglo Veinte-Buenos Aires 1986).

En otra respuesta expresó: “Yo soy antiperonista por razones culturales. El peronismo contribuyó a destruir la incipiente cultura argentina. Persiguió, reprimió ideológicamente y trató de uniformar la sociedad. Quiso que la gente creyera obligatoriamente en la doctrina justicialista. El peronismo fue oscurantista”. “Oscurantista por poner la cultura en manos de ideólogos católicos fascistas”.

Acerca de la ruptura del peronismo con la Iglesia, Bunge respondió: “Una farsa. Pelea entre amigos. No olvide que el peronismo le entregó la universidad a profesores, rectores y sacerdotes preconciliares que eran declaradamente fascistas”.

“A mí me echaron de la Facultad de Ciencias a fines de 1952 porque no quise afiliarme al Partido Justicialista y me negué a contribuir a la Fundación Eva Perón”.

Mientras que el fascismo italiano fue un movimiento de la clase media, el peronismo fue un fascismo de la clase baja, cuyos integrantes adoptaron una postura de odio y rencor contra las clases media y alta. No fue una ideología dirigida al ciudadano democrático, sino al hombre masa que debía obedecer al líder, por lo que despertó en las clases medias y altas una actitud de miedo y de repugnancia, y no de “odio”, como pretenden hacer creer algunos ideólogos peronistas. Recordemos la frase de Friedrich Nietzsche: “No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior”.

Puede decirse que Perón degradó a sus seguidores porque les enseñó a odiar y a ser temidos, siendo constituida tal actitud negativa por la burla y la envidia. El dirigente Arturo Codovilla manifestaba: “El malón peronista con protección oficial y asesoramiento policial, que azotó al país, ha provocado rápidamente por su gravedad, la exteriorización del repudio popular de todos los sectores de la República y millones de protestas. Hoy la Nación en su conjunto tiene clara conciencia del peligro que entraña el peronismo y de la urgencia de ponerle fin”.

“Se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de desclasados haciendo de vanguardia del presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la ciudad, no representan ninguna clase de la sociedad argentina. Era el malevaje reclutado por la policía y los funcionarios de la Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a la población” (Citado en “Antiperonistas” de Luis Fernando Beraza-Ediciones B Argentina SA-Buenos Aires 2010).

Todo aquel que no aceptara al líder totalitario y al malevaje que lo secundaba, era declarado “enemigo”. Cuando finaliza la pesadilla del peronismo, el filósofo Francisco Romero expresaba: “Les escribo con la profunda emoción que pueden imaginar. Ayer, transmitido por una radio uruguaya, oímos por primera vez desde hace doce años, con su propio sentido, el Himno, que escuchamos todos los de la casa con enorme recogimiento y ganas de llorar; luego pusimos la bandera en la misma puerta de casa, tras mucho tiempo de tenerla encerrada”.

“Viva la libertad. Viva la Patria. La Argentina se reencuentra e inicia una etapa; todos los argentinos, salvo los delincuentes, deben sentirse hermanos en esta hora gloriosa” (Citado en “El pensamiento de Francisco Romero” de José L. Speroni-Editorial Edivérn-Buenos Aires 2001).

Varios intelectuales y políticos padecieron el encierro de la cárcel por el solo hecho de manifestarse contra Perón. Esto hace recordar el caso de Alexander Solyenitsin, que fue encarcelado por 8 años por escribir en una carta personal una crítica a Stalin. Durante el peronismo los encierros de los disidentes duraban desde unos días hasta algunos meses, bajo un similar espíritu totalitario. Luego de un atentado en la vía pública, el gobierno peronista intensifica la presión sobre los opositores. Luis F. Beraja escribió: “El gobierno agudizó los controles sobre los opositores y la represión a los mismos. Entre las víctimas estuvieron lógicamente varios escritores de la SADE, entre ellos Julio Aramburu, José Barreiro, Víctor Massuh, Carlos Manuel Muñiz, Norberto Rodríguez Bustamante y Francisco Romero, a los cuales se condujo a prisión. Otros hombres y mujeres importantes, como el escritor Enrique Banchs, la mismísima Victoria Ocampo y Vicente Fatone, siguieron el mismo camino”.

Para denigrar a Jorge Luis Borges, le otorgan un puesto poco adecuado para un escritor. Si uno le pregunta a un peronista por Borges, posiblemente dirá que “es el mejor escritor inglés en el idioma castellano” por cuanto no se le perdona que haya tenido una abuela inglesa y por pertenecer a una clase social “incorrecta”. Beraja escribe al respecto: “Por esos días, para sostenerse económicamente, trabajaba en un puesto de auxiliar en una modesta biblioteca municipal. Como dijimos, pertenecía a la aristocracia venida a menos. Con ese sueldito se mantenía. Como era y es lamentablemente un clásico de nuestro país, el gobierno recién instalado en el poder tomó revancha. Lo sacó de ese lugar lleno de libros y le dio un cargo de «Inspector de aves en los Mercados Municipales». Era una provocación y un insulto, además de un gran error político por parte del gobierno peronista”.

Luego de renunciar al nuevo cargo, Borges expresó: “Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad, más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez”.

Los gobiernos peronistas provocaron un gran retroceso cultural, económico y político. Luego sus partidarios exigían a los gobiernos no peronistas que arreglaran la situación. Como generalmente no lo lograban, volvían a votar por el partido generador del retroceso considerando que “al país sólo lo puede gobernar el peronismo”. Ya hemos alcanzado un 30% de nivel de pobreza por lo que sería oportuno tomarse en serio al peronismo para evitar la “venezuelización” del país, es decir, una nación con muchos recursos naturales pero sumida en una grave situación de pobreza y de violencia.

Si el peronismo fuese lo que los peronistas dicen que fue, sería un acontecimiento político-económico de gran trascendencia por cuanto se le podría informar a todo el mundo que, además del capitalismo, es posible llegar al desarrollo mediante un “fascismo de la clase baja (moralmente hablando)”. Sin embargo, lo que el peronismo logró es que el país se estancara y retrocediera respecto de la posición que ocupaba en relación a otros países, sumergiéndonos en pleno subdesarrollo.

1 comentario:

Tony dijo...

Para hacer un comentario breve, copio una oración de autor que no conozco: El argentino que sea peronista y buena persona, no puede ser inteligente. El que es inteligente y peronista, no puede ser buena persona. Y el que es inteligente y buena persona, no puede ser peronista.