domingo, 5 de junio de 2016

Lucha ideológica y errores estratégicos

En toda confrontación, ya se trate de un conflicto militar, una disputa ideológica o una competencia deportiva, es imprescindible tener información del contrincante teniendo presente la posibilidad de que emplee tácticas novedosas o, incluso, que recurra a la mentira, o a la trampa, con tal de vencer en la contienda.

En el ámbito ideológico, en los últimos tiempos, se distinguen dos conflictos ideológicos importantes, uno a nivel religioso, otro a nivel de la economía política, y son los siguientes:

a- Lucha ideológica entre marxismo y cristianismo
b- Lucha ideológica entre marxismo y liberalismo

Si bien el marxismo-leninismo no se presenta en forma explícita como una religión, su desempeño puede considerarse como una “religión atea”. A pesar de los fracasos, todavía cuenta con numerosos adeptos. Roberto Roth escribió: “El comunismo –admitirá sin titubeos cualquier ciudadano occidental y cristiano- es una religión laica. Sus dioses celosos no admiten rivales en la fe del creyente. Considera al que sigue practicando los ritos de la religión antigua con la misma sospecha que los monjes del medioevo contemplaban las prácticas paganas residuales de sus conversos nuevos”.

“Sus Sagrados Evangelios son El Capital y el Manifiesto Comunista. Sus santos están embalsamados y enterrados en la pared del Kremlin o expuestos a la veneración pública en estado impoluto, como Lenin. Esa larga pared de la Plaza Roja, que tanto se parece al Muro de los Lamentos como lugar de peregrinaje y veneración. El Kremlin oficia como una Meca para el creyente fervoroso. Hasta exige una peregrinación en vida para que el verdadero creyente sienta hasta los tuétanos de sus huesos el fervor místico de la Causa. La comunión espiritual del creyente que después de una vida de esfuerzos y sacrificios, de padecer cárceles, torturas y miserias por la verdadera fe se encuentra cara a cara con los santos y siente que el corazón rebosa de felicidad y gracia”.

“La hoz y el martillo, símbolos humildes, tan humildes como la cruz en que ajusticiaban a los pobres. La Iglesia que es el Partido, con príncipes de la Iglesia y hasta el Papa laico que ocupa el sitial más reservado en el centro de Moscú, la ciudad sagrada. Electo de por vida, con alguna excepción, en un cónclave secreto de los príncipes del Comintern. A él le está reservado opinar sobre la interpretación de las sagradas escrituras, excomulgar y perdonar. Preside la gran misa laica anual que conmemora la natividad del movimiento”.

“Finalmente la Santa Inquisición, que se llama OGPU o NKVD o KGB, encargada de la custodia de la ortodoxia. Persigue a los herejes con sistemas que son un calco modernizado del Santo Oficio de Torquemada. La investigación sigilosa de los indicios externos de la herejía; el origen, marrano o burgués, moro o aristocrático del hereje; las preguntas arteras que descubren los rastros de herejía en el dogma mal aprendido o sutilmente distorsionado; el juicio al hereje, las torturas para arrancar confesiones, ya que más vale flagelar el cuerpo que condenar el alma a la perdición eterna; la recantación y la confesión pública de pecados. Luego el suplicio, con el fuego purificador substituido por los métodos que el progreso técnico ha felizmente aportado” (De “Los mecanismos del despojo”-El Cid Editor-Buenos Aires 1982).

A pesar de todo, el marxismo-leninismo trata de derrotar al cristianismo aduciendo ser una “ciencia”, mientras que la Iglesia no ofrece batalla en ese ámbito, ya que se refugia en el más allá y en la fe. Finalmente, sectores importantes de la Iglesia Católica se “convierten” a la religión atea, esta vez utilizando el disfraz de la Teología de la Liberación.

Toda disputa entre fe y ciencia tiende a ser ganada por la segunda, mientras que toda disputa entre fe verdadera y fe falsa, no permite llegar a ninguna solución pacífica, prolongando las luchas religiosas más allá de un tiempo razonable. Si al cristianismo se lo considerar como una religión natural, basada en su compatibilidad con las leyes naturales y con la ciencia experimental, no sólo ocuparía un lugar preferencial, sino que ayudaría a resolver las graves crisis humanas y sociales que afectan a la humanidad.

Es necesario aclarar que puede utilizarse el método de la ciencia sin que ello asegure establecer una descripción compatible con la realidad. La ciencia experimental utiliza el método de “prueba y error” y de ahí que muchas teorías, con bastante coherencia lógica (o coherencia matemática, en la física) deban dejarse de lado cuando no superan el veredicto de la experimentación.

El marxismo-leninismo incurre en muchos errores, como el de la lucha de clases, que puede tener validez en las sociedades precapitalistas, en las que no existía la movilidad social permitida por el capitalismo (el pobre puede enriquecerse y el rico empobrecerse). La existencia de la clase media (ni explotadores ni explotados) delata la precariedad y las limitaciones de la “ley de Marx”.

La lógica dialéctica, utilizada por el marxismo, no es tenida en cuenta por los investigadores de la lógica matemática. La herencia genética mendeliana es incompatible con la herencia de los caracteres adquiridos debida a la influencia del medio social, postulada por el marxismo. La ciencia económica es ignorada completamente por los socialistas, que todavía sostienen que el valor de una mercadería depende esencialmente del trabajo social requerido para su fabricación.

Ayn Rand advierte, en sectores conservadores, una actitud similar a la de la Iglesia, escribiendo al respecto: “No puede haber error más desastroso –moral, filosófica y políticamente- que afirmar que la justificación última del capitalismo esté basada en la fe. Afirmar eso es anunciar que no hay ninguna justificación racional para el capitalismo, que no hay argumentos racionales para apoyar los principios que crearon los EEUU –y que la razón está del lado del enemigo”.

“Los comunistas afirman que ellos son los campeones de la razón y de la ciencia. Si los conservadores admiten esa afirmación y se retiran al ámbito de la religión, eso será un acto de abdicación intelectual, el tipo de renuncia intelectual que la ideología irracional de los comunistas nunca habría podido conseguir por sus propios méritos”.

“El conflicto entre capitalismo y comunismo es un conflicto moral y filosófico, que debe ser combatido y ganado en la mente de los hombres, en el ámbito de las ideas; sin esa victoria, ninguna victoria en el campo político es posible. Pero uno no debe ganar las mentes de los hombres diciéndoles que no piensen, uno no puede ganar una batalla intelectual renunciando al intelecto; uno no puede convencer a nadie apelando a la fe”.

“El capitalismo está muriendo por deserción. La causa histórica de su destrucción es el fracaso de sus defensores filosóficos de presentar un argumento completo y coherente y de ofrecer una justificación moral para su posición. Sin embargo, la razón está del lado del capitalismo; sus defensores pueden presentar, y tienen que presentar, un argumento racional irrefutable. La deserción filosófica de los conservadores se convertirá en definitiva si el capitalismo –la sola y la única forma racional de vivir- se ve relegado a la condición de una doctrina mística”.

“No estoy sugiriendo que debáis adoptar una postura contra la religión. Estoy diciendo que el capitalismo y la religión son dos asuntos diferentes, que no deben estar unidos en un «paquete conjunto» ni en una causa común. Esto no significa que personas religiosas no puedan ser activistas a favor del capitalismo, pero sí significa que personas no religiosas como yo, no puedan ser activistas a favor de la religión”.

“Intuyendo la necesidad de una base moral, muchos «conservadores» decidieron escoger la religión como su justificación moral; ellos afirman que los EEUU y el capitalismo están basados en la fe en Dios”. “Políticamente, esa afirmación contradice los principios fundamentales de los EEUU: en América, la religión es un asunto privado que no puede y no debe estar vinculado a cuestiones políticas” (De http://objetivismo.org/separacion-de-estado-e-iglesia ).

En una época caracterizada por el afianzamiento de la ciencia experimental, el fundamento de una descripción, y de las ideas surgidas como consecuencia de ese fundamento, debe estar conformado en base a una estructura de tipo axiomático y verificado en forma experimental. La coherencia lógica ya no resulta suficiente, como lo era en el caso de las descripciones de tipo filosófico.

La teoría económica describe el comportamiento del hombre motivado por su propia naturaleza humana, intentando optimizar ese comportamiento, aunque muchas veces sin lograrlo. Se requiere para ello un esfuerzo de adaptación que no es diferente de la mejora ética promovida por la religión, aunque tal mejora pueda también lograrse por otros medios. El liberalismo se basa esencialmente en la teoría económica actual.

El marxismo-leninismo, por el contrario, no describe las acciones que surgen de la naturaleza humana en estado de libertad, sino que pretenden transformarla para adaptarla a una planificación social y económica previamente establecida. Si la ciencia describe las leyes que rigen el comportamiento del hombre en libertad, para luego sugerir una optimización de ese comportamiento, puede decirse que el marxismo no es científico, o que es anticientífico, en lugar de ser simplemente una teoría científica errónea.

En cuanto a la verificación experimental de ambos sistemas, deben considerarse dos poblaciones similares, en una misma época (como las dos Alemania o las dos Corea) o bien una misma población en diferentes épocas (como la China de Mao y la China con economía de mercado). En estos casos puede observarse una diferencia apreciable en favor de la economía sugerida por la ciencia económica.

El físico Louis de Broglie afirmaba que “en el fundamento de las teorías físicas aparecen postulados arbitrarios” y que “el éxito posterior legitima su empleo”. Este es el criterio imperante en la rama de la ciencia que trabaja con mayor exactitud. De ahí que resulte esencial disponer de una verificación experimental, siendo este objetivo de igual o mayor importancia que establecer una teoría de tipo axiomático.

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