viernes, 22 de mayo de 2015

Relaciones laborales y explotación

Las virtudes y defectos de los seres humanos se evidencian en todas sus acciones, por lo que, también en el ámbito de las relaciones laborales encontraremos intercambios excelentes y pésimos, con una variación gradual entre ambos extremos. Gerry Lange y Todd Domke han simbolizado tales extremos con las figuras históricas de Caín (el malo) y su hermano Abel (el bueno), asesinado por aquél, escribiendo al respecto: “Sería un error considerar a Caín la reencarnación de Iván el Terrible. Obviamente no es un demonio. Si busca a una persona abiertamente corrupta o notoriamente deshonesta, no reconocerá a Caín cuando se tropiece con él. Ni tampoco Caín se reconocería como tal”. “Pero su carácter ambicioso es reconocible. Caín está tan motivado por la ambición que hará casi cualquier cosa para satisfacer sus ansias de éxito. Para salirse con la suya utilizará y manipulará a los demás; apuñalará por la espalda (y sin remordimientos) a un compañero de trabajo; no sólo engañará a los que trabajan con él, sino que abusará de ellos y les amargará la vida –y se enorgullecerá de ello-. ¿Por qué? Porque no sólo quiere ascender y sofocar cualquier competencia posible, sino que también quiere y necesita demostrarse a sí mismo que es superior en poder y status”.

“Pero ¿cómo puede aceptarse a sí mismo? ¿Cómo puede actuar de la forma que actúa y aún así mirarse en el espejo? La respuesta es: Caín puede aceptarse porque se miente a sí mismo”. “Él es el maestro del arte del engaño por excelencia: el autoengaño”. “La mentira más rápida y más fácil es la que uno se dice a sí mismo. Sólo tiene que viajar de una sinapsis a otra y queda alojada para siempre en el subconsciente”.

“Hasta cierto punto todos nos mentimos a nosotros mismos. «Nos hacemos ilusiones» es una manera bonita de decirlo. Pero para Caín el autoengaño es un mecanismo operativo básico”. “Este descaro es importante para comprender a Caín, porque pocas personas pueden considerarse malvadas y comportarse con una maldad confesa. No olvide que hablamos de personas «civilizadas», personas que tienen empleos respetables en empresas, el gobierno y otras instituciones. No hablamos de psicópatas violentos ni de cómo los Borgia consolidaron su poder envenenando a sus rivales”.

“Buena parte del tiempo, Caín tratará con la gente con franqueza, honestidad y consideración. Puede que quiera a su familia y esté realmente unido a unos amigos. Como cantaba con voz suave Dean Martin: todo el mundo quiere a alguien alguna vez”. “Pero cuando Caín ve la oportunidad de progresar, o cuando su interés personal se ve amenazado, entonces ¡cuidado Abel!” (De “Caín y Abel en el mundo laboral”-Plaza & Janés Editores SA-Barcelona 2002).

Las relaciones laborales negativas pueden considerarse como las distintas alternativas en que Caín puede actuar: como empresario, como socio o como empleado, es decir, con personas bajo su mando, al mismo nivel o en condición de dependencia. En cada caso buscará sus ventajas personales aun a costa del perjuicio a los demás. Analizaremos las posibles alternativas:

a- Desigualdad económica en ausencia de mercado, o mercado poco desarrollado:
Al no existir competencia suficiente entre distintas empresas, porque hay una sola, o muy pocas, el empleado tiene que optar por aceptar todo lo que se le ocurra al empresario que le da trabajo o bien por la desocupación. “Caín está convencido de que tiene que degradar y devaluar a los demás para justificar el hecho de que se aprovecha de ellos. Se autoconvence de que otras personas merecen ser explotadas porque son, según su propia definición, estúpidas o, como él mismo, deshonestas y manipuladoras. Puede que Caín no se conforme con convencerse a sí mismo; puede que recurra a la ridiculización de Abel (a sus espaldas) para tratar de justificar adicionalmente sus propios sentimientos y conducta pinchando tanto a los demás que al final estarán de acuerdo con la opinión que él tiene de Abel”.

b- Desigualdad económica, social, etc. en el capitalismo estatal (socialismo):
Al no haber competencia entre empresas por cuanto todas pertenecen al Estado, el empleado debe aceptar lo que le diga Caín (los administradores del Estado) o ser ubicado por el propio Estado en otra empresa estatal. El socialismo surge de la creencia básica de que todos los sistemas capitalistas son mercados poco desarrollados y que están constituidos por caínes (burguesía) y abeles (proletariados). De ahí que proponen que todo el poder pase al proletariado, en teoría, aunque en realidad ninguna de las dos clases sociales asume el poder, sino que lo hace “la nueva clase”; la clase política. “Dos líderes comunistas discuten sobre la ideología, la política y sus propias historias: -No sé por qué me discutes a mí, Mijail, si yo sé de esto; yo provengo de una familia proletaria, mientras que tú provienes de una familia adinerada: eres de origen burgués. –Cierto, Boris, pero algo tenemos en común…¡Ambos traicionamos a nuestras respectivas clases!” (De “Odiar es pertenecer” de Rudy y Eliahu Toker-Ediciones B Argentina SA-Buenos Aires 2012).

c- Desigualdad económica en un mercado desarrollado:
Hay competencia entre empresas. El empleado no conforme con su trabajo, su sueldo o su empleador, puede irse a otra empresa. El empresario debe pagar salarios que conformen al empleado para poder mantenerlo en su empresa. De lo contrario, pierde parte de capital humano, que es el principal capital empresarial. Caín se ve presionado por las circunstancias a limitar sus excesos.

d- Igualdad económica entre socios de una empresa:
Existen abusos cuando uno de los socios trabaja menos que otros, o hace trampas, generando conflictos que llevan a la disolución de la empresa. “Con frecuencia Caín dirá a cualquiera que lo escuche: «No es cuestión de dinero» o «No me importa el poder». Como la luz reflejada en un espejo, las palabras de Caín son el reverso de lo que realmente le importa y lo que supone que le importa a todo el mundo. Caín no puede evitar creer que los demás están motivados por los deseos más corruptos, ya que esto es lo que ansía su propia ambición. Al negar sus verdaderas motivaciones, se convence de que es superior a todos los demás y esto refuerza su sensación de que su comportamiento está justificado”.

e- Igualdad económica entre empleados:
En este caso, Caín trata de lograr ascensos o mejoras salariales incluso tratando de perjudicar a sus propios compañeros, quienes en realidad son para él competidores y enemigos. “Con el tiempo la conducta de Caín infecta a los demás. Crea una contaminación conductual general que envuelve el entorno de la empresa; todo el mundo se ve obligado a actuar como él por puro instinto de supervivencia. La confabulación, la intriga, la conspiración y la paranoia sustituyen a la cooperación entre compañeros”.

f- Desigualdad económica, el empleado se aprovecha del empleador:
En países con leyes laborales muy favorables al empleado, hay casos en los cuales el empleado hace realmente lo que le venga en ganas buscando que el empresario lo eche del trabajo y le pague la indemnización por despido que marca la ley. Como el monto de la misma puede resultar inaccesible para una pequeña empresa, el empresario se verá perjudicado ante esa situación. La “industria del despido”, promovida por abogados laborales, ha logrado que los nuevos empleos se ofrezcan mediante contrato por un tiempo limitado o bien a través de la tercerización de actividades.

Para la mayor parte de los intelectuales, y de la opinión pública, la relación laboral entre Caín el malo y Abel el bueno, sólo se da en el mercado poco desarrollado o inexistente, ignorando los demás casos. De ahí que, en lugar de promover la formación de un mercado desarrollado, como lo pretende el liberalismo, se tiende a promover el socialismo o capitalismo estatal. Para ello se parte de la base de que los dirigentes de tal sociedad, que no son empresarios ni obreros, es decir, que nunca produjeron nada ni lo van a hacer en el futuro, son las personas indicadas para dirigir la economía y el resto de las actividades. En la actualidad, no hay que ser un genio para advertir y admitir los fracasos del socialismo, pero hay que ser muy necio para negarlos.

La explotación laboral que establece el Estado en los países socialistas es bastante conocida como para ser negada sistemáticamente, a menos que se busque ocupar un lugar importante en el futuro Estado socialista que se propone lograr. La médica cubana Hilda Molina escribió: “Mi primera jornada en el hospital de Mostaganem resultó esclarecedora. Al firmar mi contrato comprobé que el gobierno cubano cobraba muchas divisas por mi trabajo, tantas que la cifra final ascendió a más de un cuarto de millón de dólares. Yo, al igual que el resto de mis compatriotas, recibía sólo un pequeño estipendio en dinares argelinos que apenas garantizaba la supervivencia, al tiempo que en Cuba entregaban a mi madre mi modesto salario en pesos cubanos”.

“Supe también que mi presencia en Argelia no obedecía a una situación de catástrofe. El verdadero motivo era que los neurocirujanos de ese país se negaban a trabajar en Mostaganem y preferían hacerlo en ciudades más importantes con vistas a satisfacer sus intereses lucrativos. Conocí además que a los galenos cubanos nos obligaban a residir cual becarios adolescentes, varios en un mismo apartamento. Y confirmé que, tanto para las autoridades de la isla como para sus representantes en Argelia, los especialistas de la salud no éramos más que una dotación de esclavos ingenuos, obedientes, abnegados y excelentes productores de dólares”.

“….Y yo, una indefensa mujer, viajaba sola junta al chofer hasta el hospital donde en horario nocturno únicamente trabajaban hombres argelinos. El peligro que esto implicaba para mi seguridad y para mi salud no importaba ni a los diplomáticos ni a los funcionarios cubanos. A ellos solamente les interesaban las divisas que el régimen recaudaba por cada una de mis guardias, los dólares que fluían a partir de mi riesgoso trabajo y de mis inolvidables dolorosos sacrificios” (De “Mi verdad”- Grupo Editorial Planeta SAIC–Buenos Aires 2010).

Una sociedad sin propiedad individual, como en una familia, o en una congregación de sacerdotes, o en un kibbutz israelí, es atractiva para muchos suponiendo que tal tipo de organización ha de anular a los caínes que abundan y proliferan por todas partes. Sin embargo, la unión de las personas a través de vínculos materiales, como el trabajo o la propiedad, sólo tiene sentido si primeramente se ha establecido una unión a través de vínculos afectivos. Así, cuando Cristo sugiere “amar al prójimo como a uno mismo”, sugiere compartir las penas y las alegrías de los demás como propias. Una vez establecido el vínculo afectivo, los vínculos materiales sólo lograrán atarnos a los demás restringiendo todo tipo de libertad, tan necesaria para el desarrollo de todas nuestras potencialidades individuales.

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