miércoles, 10 de diciembre de 2014

Cambio vs. inercia social

Si existe el cambio social, necesariamente ha de existir la oposición a ese cambio, de lo contrario, las sociedades humanas serían bastante distintas a lo que son. Haciendo una analogía con el proceso del movimiento mecánico, puede decirse que al cambio lo produce una fuerza, mientras que la oposición al cambio la constituye la inercia, que es la tendencia a mantener el estado de movimiento actual, es decir, se opone al cambio promovido por dicha fuerza.

Mientras que, en la mecánica, la masa inercial es la oposición que se debe vencer para poner en movimiento a un cuerpo inmóvil, y es también la oposición que se debe vencer para detenerlo cuando está en movimiento, en cuestiones sociales es la propia naturaleza humana, a través de nuestra actitud característica, la que actúa como una inercia social que impide que toda influencia del medio circundante oriente la personalidad en el sentido que se pretende imponer. El cambio se ha de producir cuando la fuerza predomine sobre la oposición.

Mientras que la masa inercial actúa como una respuesta característica y como un vínculo entre estimulo y respuesta, la actitud característica es también una respuesta característica y también un vinculo entre respuesta y estimulo, y que, aunque definida en forma distinta, conceptualmente tiene atributos similares. Ello implica que, si hablamos de cambio social y de actitud, necesariamente debemos incluir la inercia social, que en definitiva es una inercia mental.

Poco sentido tiene estudiar el cambio social sólo desde el punto de vista de la fuerza que intenta producirlo sin tener presente la oposición que necesariamente ha de surgir. En realidad, cuando se busca el cambio social a través del cambio en los valores éticos, o a través de recompensas y castigos, se está apuntando hacia un cambio de actitud. De ahí que, por lo general, se tiene en cuenta el factor responsable de la inercia social, aunque no en una forma explícita.

En los casos en que no se tuvo en cuenta la existencia de la inercia social, es decir, en los intentos abruptos o revolucionarios, por los cuales se intentó cambiar un país socialista en uno capitalista, o a la inversa, no se lograron los resultados esperados. Cuando los cambios fueron lentos, teniendo en cuenta la inercia mental individual, se produjeron mejores resultados que los anteriores (para bien o para mal).

La tendencia a desconocer la inercia social predomina en los movimientos políticos que sostienen que el hombre actúa principalmente por influencia social y muy poco por la herencia genética, como es el caso del marxismo. Igor Kon escribió: “Con frecuencia se comparó la Perestroika con la NEP (Nueva Política Económica). Sin embargo, la NEP postulaba volver a un sistema de motivos y de estímulos bien conocidos, a los que ya se estaba acostumbrado, en el seno de los cuales las personas se educaron y vivieron durante siglos. No se requería para nada una «perestroika» psicológica. La otra política, por el contrario, propuso la elaboración de un nuevo estilo de conducta social –en gran medida, contradictorio- con respecto a la experiencia de vida y a las motivaciones con que se encontraron las dos o tres últimas generaciones”.

“¿Estábamos en condiciones de realizar todo esto? ¿Cuánto tiempo requeriría semejante transformación? Para poder responder a estos interrogantes es necesario superar la imagen idealizada y radiante del «hombre nuevo», del hombre dotado únicamente de virtudes; y, por el contrario, poder mirarse a sí mismo con criticismo y sobriedad, poniendo un especial énfasis en los mecanismos psicológicos de la inercia social, que son los que retardaron el ritmo de la Perestroika y amenazaron su propia esencia” (De “Psicología de la inercia social” en “Angustia por la utopía” de Mario Golder-Ateneo Vigotskiano de la Argentina-Buenos Aires 2002).

Por lo general, se habla de inercia social especialmente en el caso de la persona negligente, que se ampara en el grupo al que pertenece, por lo que tal actitud se ve favorecida en los regimenes totalitarios, y menos en los democráticos. Igor Kon escribió: “El problema clave de la psicología de la Perestroika fue el tema de la conciencia y el sentido de la responsabilidad social. Su diapasón, en cuanto a ese amplio círculo de relaciones sociales, por las cuales el individuo se siente personalmente responsable, y su grado –cuál es la medida de esta responsabilidad- dependerán tanto de las circunstancias objetivas como subjetivas. Como norma, se puede decir que el ser humano se siente responsable sólo de aquellos procesos y aquellas acciones en los cuales toma una participación más o menos activa y mantiene la posibilidad de elección”.

“Cuando en las encuestas sociológicas, por primera vez fue descubierto que los trabajadores sienten mayor responsabilidad por su actividad laboral inmediata que por la dirección de la empresa o por los destinos del país, esto «shokeó» a más de uno. Pero no puede ser de otra manera: «Lo que yo hago por mí mismo depende de mí, mucho más que todo aquello que se resuelve al margen de mí, o donde mi voz es sólo una de tantas». El único modo de elevar el sentido de responsabilidad social va a ser la ampliación de la democracia real y efectiva y la autogestión”.

Los avances en el campo de la neurociencia han permitido conocer con algún detalle los procesos que ocurren en nuestro cerebro y que son los responsables de todo lo que observan los especialistas en psicología social. Tanto la tendencia al cambio como a perpetuar nuestro estado mental se debe a lo que ocurre dentro de nuestro cerebro. Estanislao Bachrach escribió: “Ya hace muchísimos años que está claro para los científicos que las propiedades fisicoquímicas –algo que se puede tocar y medir- de las conexiones neuronales y sus sinapsis se correlacionan con la experiencia subjetiva de lo que describimos como actividad mental. Es decir, lo que tenés o lo que le pasa a tu cerebro afecta de manera directa a tu mente. Por ejemplo, si tenés un derrame cerebral (hardware afectado) en el área del cerebro responsable del habla, seguramente no podrás hablar o tendrás dificultades para hacerlo (software afectado). Sin embargo, nadie sabe con precisión cómo esto ocurre, cómo se traduce de lo material a lo no-material”.

“Pero hoy existen pruebas de un nuevo paradigma, y es que también funciona a la inversa. Es decir, tu actividad mental puede estimular la modificación de conexiones neuronales existentes o la creación de nuevas conexiones neuronales. Utilizando tu software podés alterar y cambiar tu hardware”. “Principio fundamental: con tu mente, tus pensamientos y emociones, y lo que hagas con ellos, podés cambiar mucho de lo que querés” (De “En cambio”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2014).

La posibilidad de ir cambiando parcialmente la estructura de nuestro propio cerebro a partir de las ideas que cotidianamente elaboramos, es el proceso que nos permite condicionar nuestras acciones a partir de nuestro razonamiento. Si bien se ha usado este proceso desde siempre, constituyendo lo esencial de la educación, debe acentuarse esta vez considerando que, en definitiva, son los razonamientos que surgen libremente del propio individuo los que producirán el cambio favorable, y no tanto la información que se trata de imponer del exterior forzando a reemplazar a la existente en nuestra memoria. El proceso educativo tiene éxito cuando, en lugar de imponer por la fuerza o el engaño nuevas ideas, se tiene la habilidad de inducir al individuo a que las cambie por sus propios medios. “Cuando tenés una experiencia, tus neuronas se activan. Dicho científicamente, una cascada de iones circula internamente por la pata de la neurona (axón) y funciona como una corriente eléctrica. En el final del axón esta corriente permite la liberación de neurotransmisores químicos a un lugar muy pequeño –fuera de la neurona- llamado espacio sináptico”.

“Allí estos transmisores se conectan con otras neuronas. Dependiendo de qué neurotransmisor haya sido liberado, esto desencadenará una activación o desactivación de otras neuronas que están en ese camino. Bajo condiciones apropiadas, este «disparo» neuronal fortalece las conexiones entre esas neuronas. ¿Cómo funciona este fortalecimiento? Al principio esas neuronas juntas forman un «piolín» y luego, a partir de sucesivas repeticiones, forman un cable de acero. Las condiciones apropiadas para que este «cable» se forme son: la repetición, es decir, repetir un pensamiento, una emoción o una acción en la vida; la excitación emocional, que ese pensamiento te estimule emocionalmente….”.

“En los últimos años del siglo XX numerosos investigadores desafiaron el dogma del cerebro estático y realizaron varios descubrimientos que demostraron.…. que el cerebro adulto contiene un fantástico poder de neuroplasticidad. Puede recablearse activando cables «dormidos» o desenchufados y creando nuevos cables. O apagar cables y circuitos con actividades aberrantes o negativas para sus dueños, como las que caracterizan, por ejemplo, la depresión”.

En la antigüedad, Sócrates asociaba el mal a la ignorancia y el bien a la sabiduría; y en la Biblia el mal a la mentira y el bien a la verdad, lo que se confirma con los conocimientos aportados por la neurociencia. El tan esperado resurgimiento moral del hombre necesariamente se ha de lograr mediante nuevos intentos educativos que le han de brindar mayores grados de conciencia respecto de cómo funciona nuestra propia naturaleza humana. Convencidos de la veracidad de los resultados de la neurociencia, es posible establecer un nuevo intento, similar a lo que en el pasado se trató de lograr mediante la fe religiosa, que por el momento parece ser un camino agotado.

El conocimiento clave del hombre debe apuntar a la aceptación de que el nivel de felicidad a lograr depende cercanamente del nivel ético adquirido, dependiendo a la vez de nuestras propias decisiones. Luego, el nivel de infelicidad dependerá de nuestro alejamiento de la ética natural, materializándose esta ética en el predominio de la actitud cooperativa sobre otras posibles. Bachrach agrega: “La biología no es tu destino. No estás predestinado a vivir una vida dada por tu genética. Tenés la habilidad de sobreponerte a muchos de los que pueden ser obstáculos que heredaste e influenciar la manera en que tu cerebro y cuerpo funcionan. Para tener éxito no servirán tácticas del miedo, sino una conciencia y atención profunda sobre el hecho de que para sobreponerse a estos circuitos neuronales automáticos llevará una increíble paciencia, esfuerzo y dedicación. Es decir, cambiar comportamientos automáticos demanda un esfuerzo y un compromiso considerables”.

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