domingo, 31 de agosto de 2014

La protección socialista

Quienes adhieren a la democracia esperan que el poder distribuido entre los distintos sectores sociales se divida como si se tratase de dos fuerzas en oposición, resultando así “inofensivo”. Se busca un sistema de seguridad que proteja al individuo tanto de los posibles excesos de los gobernantes como de los poderosos. Quienes adhieren al socialismo, por el contrario, buscan prioritariamente la concentración del poder en manos del Estado; a veces en una sola persona, eliminando la seguridad buscada con la democracia. Mientras que la democracia apunta a la libertad individual como un medio para establecer luego la igualdad, el socialismo apunta a una aparente igualdad a costa de anular la libertad. Bertrand Russell escribió: “Podrá decirse que el poder de los funcionarios es mucho menos peligroso que el poder de los capitalistas, porque los funcionarios no tienen intereses económicos que se opongan a los de los obreros. Pero este argumento implica una teoría excesivamente simple sobre la naturaleza política humana; una teoría que el socialismo ortodoxo tomó de la economía política clásica, y que ha venido reteniendo a pesar de la creciente evidencia de su falsedad”.

“Lo primero que hemos de observar es que, en cualquier organización grande, y sobre todo en un gran Estado, los funcionarios y los legisladores están generalmente muy alejados de aquellos a quienes gobiernan y poco enterados imaginativamente de las condiciones de vida de aquellos a quienes han de aplicarse sus decisiones. Esto los hace ignorantes de mucho que deberían saber, aun cuando sean diligentes y tengan voluntad de aprender lo que pueda aprenderse en las estadísticas y en las actas del Parlamento. Lo único que comprenden íntimamente es la rutina del negociado y las reglas administrativas. El resultado es una indebida ansiedad por asegurar la uniformidad del sistema”.

Quien pretenda mejorar el orden que surge de la interacción de individuos que actúan en libertad, ha de sugerir comportamientos éticos individuales y estímulos apropiados, mientras que quien pretenda establecer un orden surgido de su propio criterio, ha de promover límites a la libertad individual y castigos conducentes hacia el orden artificial impuesto. El citado autor agrega: “He oído hablar de un ministro francés de Educación que, sacando el reloj, dijo: «En este momento todos los niños de tal edad en Francia están aprendiendo tal cosa». Este es el ideal del gobernante, un ideal extremadamente fatal para el libre crecimiento, para la iniciativa, para la experimentación y para cualquier innovación de amplio alcance. La pereza, como uno de los motivos del funcionario, no está reconocida en los libros de texto de teoría política, porque todo el conocimiento ordinario de la naturaleza humana se considera indigno de tales obras. Y, sin embargo, todos sabemos que la pereza es un motivo inmensamente poderoso en toda la humanidad, salvo una pequeña minoría”.

“Desgraciadamente, en este caso la pereza está reforzada por el afán de mando, que lleva a los funcionarios enérgicos a crear los sistemas que los funcionarios perezosos han de administrar. El funcionario enérgico desaprueba invariablemente cualquier cosa que no pueda controlar. Antes que pueda hacerse nada, es necesario obtener su sanción oficial. Todo lo que halla en su existencia desea alterarlo de algún modo, de forma a conseguir la satisfacción de sentir su poder y hacerlo sentir a los demás” (De “Ideales políticos”-Aguilar SA de Ediciones-Madrid 1963).

El libro mencionado fue escrito originalmente en 1917, cuando recién se instalaba el régimen socialista soviético, por lo que resulta interesante advertir que no es necesario aprender directamente del fracaso que surge de una prueba apresurada, ya que un razonamiento no muy profundo permite prever lo que ha de suceder a partir de ciertas decisiones. “Si es concienzudo, imaginará algún proyecto perfectamente uniforme y rígido, que él tendrá por el mejor posible, y lo impondrá despiadadamente, sean cualesquiera los prometedores retoños que haya de podar por mor de la simetría. El resultado tiene, inevitablemente, algo de la mortal tristeza de una nueva ciudad rectangular, comparada con la belleza y riqueza de una antigua ciudad que ha vivido y crecido con las vidas distintas y las individualidades de muchas generaciones. Lo que se ha desarrollado es siempre más vivo que lo que se ha decretado; pero el funcionario enérgico preferirá siempre el aseo de lo que él ha ordenado al aparente desorden del crecimiento espontáneo”.

“La mera posesión de poder tiende a producir afán de poder, y esto es un motivo muy peligroso, porque la única prueba segura del poder consiste en impedir a los demás que hagan lo que desearían. La teoría esencial de la democracia es la difusión del poder entre todo el pueblo, de modo de evitar los males producidos por la posesión de un poder grande por parte de un solo hombre. Pero la difusión del poder por medio de la democracia es efectiva solamente cuando los votantes se toman interés en la cuestión de que se trate. Cuando la cuestión no les interesa, no tratan de vigilar a la administración, y todo poder efectivo pasa a manos de los funcionarios”. “Por esta razón, los verdaderos fines de la democracia no se alcanzan con el socialismo estatal ni con cualquier otro sistema que ponga una gran autoridad en manos de hombres no sujetos a control popular que el más o menos indirectamente ejercitado por medio del Parlamento”.

A pesar de los pobres resultados logrados por los sistemas totalitarios, siguen en vigencia escudados bajo el pretexto de que un gobierno, que concentre en sus manos todo el poder, es el único capaz de proteger al pueblo contra cierto enemigo (real o imaginario), sin que el ciudadano advierta que el mayor peligro reside en su protector. Por el contrario, la democracia tiende a proteger al débil mediante la distribución equitativa del poder y la posibilidad de lograr seguridad económica a través del trabajo.

Suponiendo que la influencia a nivel internacional de EEUU sea tan negativa como proclaman los sectores de izquierda, surge un interrogante: ¿Por qué esclavizar a la propia población como se ha hecho en la Cuba de Fidel Castro? Es un caso similar a una familia que se ve amenazada por alguien que trata de destruirla y el jefe de la familia decide castigar a sus propios hijos quitándoles toda libertad, dentro de su propia casa, con el pretexto de protegerlos del enemigo común que los acecha. Todo parece indicar que, sin ese enemigo, el socialismo no tendría razón de ser. Hilda Molina escribió: “La población cubana continuaba agobiada por crecientes carencias y confundida por la propaganda gubernamental que seguía responsabilizando al «imperialismo yanky» de las ya endémicas penurias nacionales”. “Nos inundaban de consignas, nos convocaban constantemente a trabajar sin descanso en pos de una patria más justa. Y así lograban convencernos de que si bien postergábamos, mutilábamos o hasta sacrificábamos el acariciado sueño de índole familiar, lo hacíamos en aras de legar a nuestros hijos la más perfecta de las sociedades”.

“De esa forma, ocupada en una cadena interminable de misiones muchas veces estériles y absurdas, perdí momentos maravillosos e irrepetibles de la niñez y la adolescencia de mi hijo, y no tuve nunca la hija que tanto anhelé. Terrible e irreversible error que ha dejado heridas eternamente abiertas y sangrantes en mí y en un sinnúmero de cubanos” (De “Mi verdad”-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2010).

También el gobierno de Venezuela reclama ante el imperialismo castigando a su propia población, cuyo consumo cotidiano será controlado con el pretexto de luchar “contra el contrabando”. Mientras menor es la libertad disponible, mayor es el deterioro social y económico, y mayor el control, de donde resulta un proceso que tiende con rapidez a convertir a dicho país en una sociedad comunista.

El gobierno argentino, por su parte, busca pretextos para acentuar los controles sobre la producción. Esta vez echando la culpa a los tenedores de bonos emitidos por la Argentina, y que pretenden cobrar lo que se comprometió la nación a pagar; nación que tiene posibilidades de pagar, ya que su propia Presidente afirmó tiempo atrás que estábamos “igual que Canadá y Australia”. Roberto Cachanosky escribió: “La apuesta del kirchnerismo es transformar este tema de la deuda externa en la típica jugada que siempre hacen. Nosotros los K defendemos la patria y a los argentinos y todos los que opinan diferente son traidores a la patria, trabajan para los fondos buitres y estupideces por el estilo”. “El gobierno argentino argumenta que no puede ser que sólo el 7% de los acreedores pueda tener derecho a reclamar que le paguen lo que decía el contrato original”. “Para el kirchnerismo las personas no tienen derechos por ser personas, sino que tienen derechos sólo aquellos que pertenecen a una determinada mayoría, sea ésta por votos o por cualquier otra razón”.

“Dicen al unísono CFK y Kicillof: los fondos buitres compraron por centavos la deuda y quieren ganar el 1.600%. En primer lugar, si los fondos de inversión ganaron tanto es porque fueron más astutos que los Kirchner. En vez de estar dilapidando la plata en populismo, Néstor Kirchner y ella podría haber recomprado la deuda a precio muy bajo en el mercado, en vez de esperar a que otro les ganara de mano, la comprara y luego ganara un juicio para cobrar el 100% de la deuda más las costas del juicio y los punitorios” (De http://economiaparatodos.net ).

De la misma manera que procede Venezuela, afianzando los controles y reglamentos a medida que la situación se deteriora, en la Argentina se pretende proteger al trabajador de los empresarios con la “ley de abastecimiento”. Entre las acciones a castigar aparecen: “Elevar artificialmente los precios no acorde a costos y obtener ganancias abusivas, revaluar existencias, (salvo autorización), acaparar materias primas o productos. Formaren existencias superiores a las necesarias, intermediar o permitir intermediar innecesariamente, destruir mercaderías o bienes, negar o restringir injustificadamente la venta de bienes o la prestación de servicios. O que no la incrementaren habiendo sido intimados por la autoridad de aplicación a ello. Desviar o discontinuar el abastecimiento normal y habitual de una zona a otra sin causa justificada, no tuvieren para su venta o discontinuasen la producción de bienes o servicios con precios máximos y mínimos, márgenes de utilidad fijados”.

La tendencia hacia el totalitarismo ha sido consensuada por la mayoría del pueblo ya que, durante las elecciones, “vota a ganador”, tratando que una mayoría absoluta, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, permita al partido triunfante aprobar o desaprobar lo que le venga en ganas. Sumado a la posibilidad de la Presidente de emitir Decretos de Necesidad y Urgencia, tenemos una especie de “dictadura democrática y constitucional” que nos puede llevar por un camino cercano al emprendido por Venezuela.

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