domingo, 8 de julio de 2012

Las refundaciones del país

En los últimos tiempos, varios de los políticos argentinos que han llegado al poder, se han considerado como los nuevos fundadores de la república, como si todo el pasado fuese puro error. Además de ser una actitud pretenciosa, resulta ser una forma de descalificar a toda tendencia política distinta. De ahí que no sea raro encontrar que proyectos puestos en marcha, o propuestos por otros partidos políticos, sean descartados de raíz simplemente por ese motivo. Gregorio Caro Figueroa escribió:

“Cada nuevo protagonista tiende a creer que está pisando un enorme espacio vacío, erguido sobre ruinas aún humeantes de un país al que no sólo debe enderezar, sino cuya titánica misión consiste en refundarlo. En tal gesto subyacen egocentrismo, autoritarismo y negación selectiva del pasado. Para ser tal, esa fundación debe abjurar de todo lo anterior, y de aquellos otros diferentes, condenados a la condición de ciudadanos sospechados y de segunda. No se viene a corregir errores, ni a introducir reformas. Tampoco a respetar la continuidad de las instituciones, sino a quebrarla. El gradualismo es tarea gris. No excita pasiones”.

“La mentalidad fundadora estuvo presidida por la certidumbre de «la absoluta e indiscutible posesión de la verdad»”. “Que nuestros ex presidentes de la República no sólo no dialogaran sobre asuntos de Estado, y que ni siquiera se reconocieran o saludaran por cortesía, forma parte de una larga tradición que todavía no quebró este ciclo democrático que va para un cuarto de siglo”.

“La retórica fundacional alimenta el peligroso esquema de «las dos Argentina»: de nacionales buenos y antinacionales malos. Que a esas manías fundacionales hayan seguido nuestras grandes frustraciones, conduciendo a otras peores, es algo que debería hacernos reflexionar” (De “Fundación y frustración”-Todo es Historia-Año XL-Buenos Aires Dic/2007).

Por lo general, los políticos “refundadores” ni siquiera presentan en público un sustento ideológico coherente de tal manera que permita la participación en el proceso de un importante sector de la población. La política sin ideología ni conocimientos suficientes es simplemente politiquería. Cuando la actividad partidaria se basa solamente en buenos deseos, frases repetidas y persistentes descalificaciones al “enemigo”, se logrará tan sólo profundizar los antagonismos y hacer que el país retroceda un poco más.

Resulta sorprendente observar el pobre nivel intelectual y ético de quienes llegan a los más altos cargos del gobierno nacional. Se advierte que ni siquiera se han preparado previamente para ese desempeño y que, pareciera, sus principales propósitos consisten en llegar a formar parte de la historia nacional para que los alumnos de las futuras generaciones los incluyan en sus estudios respectivos. Obnubilados por la trascendencia posterior, y por el poder en el presente, ignoran la triste imagen que brindan al ciudadano no masificado que puede apreciar la mediocridad y la pobreza humana de los que ascienden públicamente embaucando a los ignorantes y a los desprevenidos.

En los últimos tiempos se ha notado un incremento de esta tendencia ya que las supresiones parciales del pasado incluyen hechos que la mayor parte de la ciudadanía ha vivido y aún los retiene en su memoria. Uno de ellos es la supresión de toda referencia a la presidencia de Eduardo Duhalde, que siguió a la severa crisis del 2001. A pesar de varios desaciertos económicos señalados por los especialistas, fue el periodo en el que comenzó la recuperación del país. Tal es así que en las siguientes elecciones presidenciales, ganó quien prometió la continuidad del ministro de economía del citado presidente.

La manipulación de los índices económicos (provistos por el INDEC) por parte del gobierno nacional es una maniobra por la que se trata de esconder el fenómeno inflacionario. Estas decisiones favorecen la duda y el descreimiento ante toda información que proceda del gobierno. Incluso toda la ciudadanía debe padecer una especie de burla generalizada que surge desde la propia presidencia cuando se afirma que “en el exterior están asombrados por los elevados porcentajes de aumento de los sueldos de los trabajadores” sin que se advierta previamente a tales “asombrados” periodistas y políticos extranjeros que esos aumentos sirven para compensar el deterioro salarial permanente que la severa inflación produce.

Para atenuar la imagen negativa del gobierno, se lanzan ataques permanentes contra la prensa opositora acusándolos a su vez de mentir, por lo que tales acciones llevan a la población al descreimiento y la duda tanto acerca de los honestos como de los mentirosos.

En el marco de las verdades parciales aparece el aumento del PBI a “tasas chinas”. Debe tenerse en cuenta que durante la crisis de finales del 2000 ese indicador bajó bastante, y que ya en la época de Duhalde, comienza el “efecto rebote”. Con sólo poner en marcha el ya existente aparato productivo se habría de lograr una notable mejora de ese indicador. De ahí que el crecimiento económico posterior fue similar al de los otros países de la región. Juan Carlos De Pablo escribió:

“Entre 2003 y 2008 el PBI real aumentó 50%, pero entre 1998 y 2002 había caído 18,4%. Como consecuencia de lo cual, entre 1998 y 2008 el PBI real creció...2,2%”. “De manera que cuando se considera el aumento del PBI real verificado entre 2003 y 2008 simultáneamente con la recesión previa, queda claro que lo que pasó a partir de 2003 fue un proceso de reactivación económica. Resulta exclusivamente una coincidencia estadística que entre 2003 y 2008 creciéramos a «tasas chinas», porque mientras las de ellos derivaron de un proceso de transición, las nuestras surgieron de uno de reactivación” (De “200 años de Economía argentina”-Ediciones B Argentina SA-Buenos Aires 2011).

Ya en el año 2009, un grupo integrado por ocho ex secretarios de Energía, advirtió al gobierno nacional acerca de la futura crisis energética que se produciría en caso de no tomar las decisiones correctas a tiempo. Pero como esas sugerencias provenían de “ellos” (los adversarios) se ignoraron completamente. Posteriormente se produjo la crisis energética tal como los especialistas habían pronosticado. En la nota enviada se aludía a que “Argentina perforó en 2008 casi la mitad de los pozos exploratorios de 1988 y se encamina hacia el final del autoabastecimiento; las obras eléctricas están retrasadas y no existe plan energético nacional; el sector energético afronta serios problemas estructurales sin solución a la vista; Argentina tiene un presente decadente en materia productiva y un futuro incierto” (Citado en “200 años de Economía argentina”).

El crecimiento del PBI (producto bruto interno) se debió principalmente a un aumento del consumo, y no tanto de la inversión. Las empresas energéticas fueron subsidiadas para que el precio del gas, nafta, electricidad, etc., se redujera y el público tuviese más dinero disponible para gastar. Tal decisión fue uno de los factores que desalentaron la inversión en ese rubro. Además, cuando un empresario sabe que la demanda no surge naturalmente sino que es inducida artificialmente por el Estado, no se arriesga a realizar grandes inversiones por cuanto sabe que ese auge de la demanda es sólo circunstancial.

Recordemos que varios economistas destacados sostienen que el crecimiento económico real de un país depende de la cantidad de capital productivo per capita existente. Se crece principalmente cuando se invierte, siendo el aumento del consumo una consecuencia posterior, mientras que no existe un significativo crecimiento si el aumento del PBI se debe principalmente al consumo inducido en forma ajena al mercado.

Una de las consecuencias de haber aumentado el consumo (demanda) a un ritmo mayor al de la inversión (asociada a la oferta) es el aumento de los precios. Es decir, el proceso inflacionario puede iniciarse por el exceso de demanda sobre la oferta aun cuando no exista una excesiva emisión monetaria. Por ello, el proceso inflacionario comenzó a establecerse en años en que había superávit fiscal.

Luego de varias confiscaciones y estatizaciones, los inversores desconfiaron del Estado de tal manera que se produjo una importante fuga de capitales, tanto hacia el exterior como dentro del país; en este caso se trata de dinero guardado que está fuera del circuito productivo. Varios de esos capitales habrán ido a producir una mejora en la economía de los EEUU, algo que nunca ha reconocido el gobierno “nacional y popular”.

La necesidad de seguir fomentando el gasto y el consumo se debió, seguramente, al éxito que el método tuvo en los años en que se estaba saliendo de la severa recesión del 2001, pero el grave error consiste en seguir utilizando ese método (keynesiano) una vez que la economía está en marcha. De lo contrario, estaríamos aceptando que todos los problemas económicos se solucionarán imprimiendo y repartiendo billetes, estrategia poco usada (en otros países) debido a los efectos negativos que produce en el largo plazo.

De una manera similar a cómo se deforma la realidad actual, se están formando grupos de historiadores que tratan de dar una visión “políticamente correcta” del pasado argentino. Gregorio Caro Figueroa escribe: “Nuestra historia y algunas de sus interpretaciones están moldeadas por el fuego de las pasiones y el fragor de los conflictos. La obsesión por utilizar el pasado para legitimar el presente y diseñar el futuro no es una invención argentina reciente. Al uso político de la memoria por la llamada historia oficial se contrapuso una contra historia sesgada y militante” (De “Fuero Gaucho y desafuero historiográfico”-Todo es Historia-Año XLI-Buenos Aires Dic/2008).

En la versión “políticamente correcta” de la historia, impulsada por el gobierno actual (2012), se trata de hacer pasar, como un proceso favorable al país, su virtual “anexamiento” al ex Imperio Soviético tomando como ejemplo a la Cuba de Fidel Castro. Como se sabe, tal tirano es el amo absoluto de su país, siendo el poder económico disponible un medio para someter y dirigir las vidas de todos y de cada uno de los cubanos. El modelo de cárcel soviética que pretendieron imponer ha sido el intento de refundación del país que mayor riesgo impuso a la población y a la integridad nacional.

Las mejoras que se esperan para un país, en forma independiente de la época o de la situación real existente, se habrán de lograr a través de una mejora de la mentalidad generalizada de la población. Luego de años en que se ha manifestado el egoísmo materialista (que se da espontáneamente y que no necesita ideología que lo promueva), tanto como el inoperante populismo y el odio totalitario, se hace necesario un renacimiento ético restaurador del individuo que predominó en las mejores épocas de nuestra historia. Ernesto Sandler escribió: “El pensamiento dominante argentino ha causado ceguera para ver los problemas que acucian a nuestro país. Ha fanatizado a las personas detrás de creencias que prometen un mayor progreso cuando en verdad son causa de su miseria” (De “Economía sin barreras”-Mucho Gusto Editores-Buenos Aires 2012)

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