lunes, 15 de agosto de 2011

Planificación individual vs. estatal

Las recientes crisis económicas que afectan a los países desarrollados, vuelven a poner en discusión las ventajas y las desventajas de la planificación individual (tanto de empresas como de consumidores, en el ámbito del mercado) en oposición a la planificación estatal de la economía (socialismo). Ludwig von Mises escribió: “Lo cierto es que la elección no es entre un mecanismo muerto y una rigidez automática por un lado, y una planificación consciente por la otra. La alternativa no es planear o no planear. La cuestión es ¿planificación de quién? ¿debe planear cada miembro de la sociedad para sí mismo, o sólo debe ser el gobierno paternalista el que planifique para todos? El problema no radica en lo automático frente a la acción consciente. Se trata de la acción espontánea de cada individuo frente a la acción exclusiva del gobierno. Se trata de la libertad frente a la omnipotencia gubernamental”.

“El laissez faire no significa dejar funcionar a fuerzas mecánicas sin alma. Significa dejar que los individuos elijan cómo desean cooperar en la división social del trabajo y que determinen qué deben producir los empresarios. La planificación significa permitir que sólo sea el gobierno el que elija, y que éste haga cumplir sus dictados a través del aparato de coerción y compulsión” (De “Planificación para la libertad”-Centro de Estudios sobre la libertad-Buenos Aires 1986)

Se aduce generalmente que el “sistema capitalista está en crisis” y que debería establecerse “otro sistema”. Es oportuno mencionar que la economía de mercado no resuelve los problemas económicos en forma automática y que los individuos, por ejemplo, cuando gastan más de lo que ganan, buscando vivir más allá de sus reales posibilidades, incurren en una actitud reñida con la ética elemental por lo que, tarde o temprano, se producirá algún tipo de crisis. No existe todavía un sistema económico que haga funcionar exitosamente a la economía de un país aun cuando sus habitantes gasten más de lo que ganan (a través del crédito), o no trabajen lo suficiente, o no ahorren o no inviertan, etc. Ludwig von Mises escribió: “El desempleo masivo, que se prolonga año tras año, es el efecto inevitable de los intentos por mantener los salarios por encima del nivel que el mercado, sin traba alguna, habría fijado. Todos estos males, que los progresistas interpretan como una evidencia del fracaso del capitalismo, son el resultado necesario de la alegada interferencia social en el mercado”.

“El problema no es si las políticas defendidas por los autoproclamados progresistas son recomendables o condenables, o no lo son, desde un punto de vista arbitrario y preconcebido. El problema esencial es determinar si tales políticas pueden realmente alcanzar los fines que todos anhelamos”.

Pocas veces se escucha a alguien decir que la ciencia médica está en crisis y que deberíamos buscar medicinas alternativas ya que la medicina actual es impotente ante casos extremos de alcoholismo o consumo de estupefacientes. A esto debemos agregar que en el futuro, seguramente, la medicina tampoco logrará salvar a un individuo que consuma varios litros al día de alguna bebida alcohólica, o que consuma varias dosis al día de alguna droga adictiva.

Según afirman algunos economistas, la suma de la deuda pública y privada, per capita, de los habitantes de EEUU, es de tal magnitud que cada grupo familiar debería un monto equivalente a su vivienda; de ahí que no debería extrañarnos tanto la situación de crisis que está afrontando esa Nación. Incluso alguna vez se pensaba que un país podía tener una economía “saludable” aun con tan elevados índices de endeudamiento público y privado. Las leyes de la economía, como siempre ha ocurrido, son inexorables.

Entre los errores que se advierten en las economías de algunos países, es la actitud predominante del empresariado por la cual busca no competir en el mercado, sino de establecer pactos con los políticos a cargo del Estado para obtener beneficios que no lograrían sin ese apoyo. El empresario ineficaz quedaría marginado del mercado por efecto de las decisiones de los consumidores que elegirían adquirir sus bienes y servicios a otros empresarios. Entonces, tal empresario, a quien no le interesa satisfacer las demandas del público, sino optimizar sus ganancias a toda costa, recurre al Estado para que emita decretos protectores alterando completamente el orden económico que habría de establecerse en un mercado sin intervención estatal.
Lo que resulta paradójico es la existencia de tendencias políticas que pretenden lograr libertad social y política a través de la democracia y, simultáneamente, proponen sistemas económicos de tipo socialista que tiende a anular aquellas libertades. Alvaro C. Alsogaray escribía algunas décadas atrás:

“Cuando hablamos de economía no nos estamos refiriendo tanto al nivel de vida o ingreso medio por habitante de un país. Hacemos especial hincapié en la naturaleza del sistema económico que se aplica. Según sea dicho sistema, la vida ciudadana puede encaminarse hacia la libertad o puede ser arrastrada hacia el totalitarismo”.

“El problema no es nuevo. Existía ya en la Argentina antes de la instauración del régimen peronista. Surgió como consecuencia del avance de las ideas socialistas, dirigistas e intervencionistas que recibieron un fuerte impulso después de la crisis de 1930. Mientras las ideas liberales subsistían en el campo político y en el de la cultura, el totalitarismo se adueñaba del campo económico. Ello destrozó a los partidos políticos tradicionales haciéndoles perder su unidad ideológica. El mismo problema existe hoy en la mayoría de los países latinoamericanos y se presenta también con caracteres nítidos en los EEUU. En este último país la mezcla y la confusión de ideas dentro de los dos partidos principales es notable y hace que muchos sectores demócratas se comporten como republicanos y que muchos republicanos actúen dentro de la línea demócrata. En una palabra, la falta de correlación entre las ideas políticas y las ideas económicas conduce a un verdadero estado de anarquía en cuanto a los objetivos que permanentemente hay que fijar para la marcha de un país” (De “Bases para la acción política futura”-Editorial Atlántida-Buenos Aires 1969).

En cuanto a las dictaduras políticas y económicas, puede decirse que la libertad económica establecida por una dictadura (como es el caso de la China con economía de mercado y el Partido Comunista en el gobierno) no resulta tan opresiva como las dictaduras económicas y políticas conjuntamente, e incluso como las dictaduras económicas con aspecto democrático.

La dictadura económica no es más que una consecuencia inevitable de la implantación de la planificación económica estatal. Daniel Villey escribió: “La planificación autoritaria –el adjetivo no es más que una redundancia: toda planificación es, por esencia, autoritaria o bien epifenomenal- implica, al menos en su forma más pura, que haya un solo propietario del conjunto de los factores productivos disponibles, un solo sujeto de todas las decisiones económicas: la colectividad, encarnada en un Estado omnipotente y omnipresente. Único juez de las necesidades sociales, él define soberanamente el óptimo económico; es decir, el objetivo hacia el cual va a dirigirse toda la actividad económica nacional. Dueño absoluto del aparato de producción, afecta soberanamente todos los recursos disponibles –tierra, mano de obra, capitales- a las diversas utilizaciones de que son susceptibles, de tal forma que se realice el plan que él mismo ha concebido. Esto es un reencuentro, a escala de toda la sociedad, de la unicidad del sujeto económico que caracterizaba a la economía robinsoniana (la de Robinson Crusoe solo en su isla), o a la economía feudal” (De “¿Economía libre o dirigida?”-Unión Editorial SA-Madrid 1973)

Podemos hacer una síntesis de las cuatro conjunciones posibles en cuanto a los estilos del carácter político y económico de un país o bien de los objetivos de alguna tendencia política:

a) Democrático en lo político y democrático en lo económico: liberalismo
b) Totalitario en lo político y democrático en lo económico: algunas dictaduras de derecha y de izquierda
c) Democrático en lo político y totalitario en lo económico: social-democracia
d) Totalitario en lo político y totalitario en lo económico: fascismo, socialismo, comunismo

Estas tendencias no siempre se cumplen en forma estricta, ya que, justamente, son tendencias que pueden, o no, llegar a concretarse. Como ejemplo del primer grupo podemos mencionar a la Economía Social de Mercado adoptada por Alemania y otros países europeos, también Japón, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. En el segundo grupo tenemos a la actual China. En el tercer grupo tenemos a varios países que llevan adelante el Estado de bienestar gastando más de lo debido. En el cuarto grupo tenemos a las actuales Cuba y Corea del Norte.

Nótese que los mejores resultados se logran en el primer caso, luego en el segundo, sigue el tercero, siendo el cuarto caso el que peores resultados ha dado, pudiéndose afirmar que debemos considerar no sólo la democracia a nivel político sino también económico. El grado de democracia en lo económico viene determinado por la capacidad de decisión individual que tiene cada habitante de un país. Cada compra efectuada a determinada empresa tiene el mismo carácter democrático que la emisión de un voto a favor de determinado candidato político.

Si tenemos disponible una gran cantidad de casos que nos ofrece la historia, surge la pregunta acerca de porqué siguen siempre existiendo controversias insuperables respecto de la tendencia política y económica que seria conveniente adoptar. Y ello se debe, seguramente, a que las decisiones humanas tienen un componente afectivo más que racional, y que las doctrinas filosóficas tienen todavía mayor peso que el conocimiento científico. Daniel Villey escribió: “La doctrina no es sólo objeto de adhesión intelectual; es, además, objeto de creencia y de fervor, y norma de conducta. Para quien profesa una, ésta es razón de vivir, incluso de morir; es decir, de realizar y rubricar su vida”.



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