miércoles, 4 de mayo de 2011

Liderazgo

Un grupo social es un conjunto de personas reunidas bajo un objetivo común. Entre sus integrantes habrá individuos más influyentes que otros y también individuos más influenciables que otros. De ahí la posibilidad de que surjan liderazgos en forma natural, principalmente bajo circunstancias en que deban tomarse decisiones, concretarse objetivos y determinarse estrategias. En cuanto a la definición de grupo social, podemos mencionar la propuesta por Georges Gurvitch: “Unidad colectiva que encara una obra común, se expresa por actitudes y comportamientos comunes y tiende hacia un cierto equilibrio, en el que las fuerzas centrípetas superan a las fuerzas centrífugas”.

Existe una favorable predisposición a la admisión de un líder cuando se trata de alguien identificado con el grupo. C. A. Gibb escribió: “Los adeptos se subordinan, no a un individuo a quien perciben como absolutamente distinto, sino a un miembro de su grupo que en ese momento posee superioridad, a quien perciben como fundamentalmente igual a ellos y que en otras ocasiones puede estar dispuesto a seguir a los demás” (Citado en “Principios y métodos de psicología social”-Edwin Hollander-Amorrortu Editores SA-Buenos Aires 1968).

Los distintos tipos de liderazgo se han clasificado según el grado de libertad permitida a los restantes integrantes del grupo. Así tenemos los liderazgos autoritarios, democráticos y “laissez faires” (dejar hacer), a los que habría que agregar el caso de la ausencia de líderes, como ocurre en los grupos anárquicos o caóticos. Todos los tipos de grupos y de liderazgos se presentan tanto en el ámbito de la política, como de las empresas, en la educación, etc.

En cuanto a los efectos producidos por los distintos tipos de liderazgo, Jean Maisonneuve escribió:

“El liderazgo autoritario suscita en el grupo diversas reacciones de agresividad y apatía, especialmente durante las ausencias del líder; la agresividad se localiza sobre chivos emisarios. En un clima cooperativo, el espíritu de comunidad, el «nosotros» está claramente más desarrollado, el rendimiento es más regular y ligeramente superior. Por otra parte, las relaciones entre el líder y los miembros del grupo son más cordiales mientras que con un líder autoritario éstas toman las formas de esfuerzos personales para atraer la atención y «ser bien vistos». Parece, pues, que la sola actitud del líder basta para determinar, en grupos análogos, efectos muy diferentes”.

“En verdad, también en este caso es necesario reubicar la experiencia en su clima global. La superioridad afectiva y funcional del liderazgo «democrático» se explica bastante bien en los países en los que las estructuras y los contenidos son ellos mismos bastante democráticos. No está probado que los haya en todos lados”.

“Como quiera que sea (esas experiencias fueron llevadas a cabo con el concurso de una serie de líderes que adoptaron las mismas actitudes), se percibe la importancia del método de dirección sobre el clima colectivo de los grupos, más allá de la personalidad del líder que lo elige y lo ejerce” (De “Psicología Social”-Editorial Paidós SAICF-Buenos Aires 1967).

También es oportuno mencionar las actitudes predominantes en los individuos del grupo que reciben la influencia del líder. Jean Maisonneuve escribió: “Esos tipos pueden enfocarse desde tres puntos de vista:

a) Según la actitud conformista o refractaria del individuo frente al grupo.
b) Según su actitud conservadora o revolucionaria frente al orden establecido.
c) Por último según la jerarquía de los valores personales”.

Se ha dicho siempre que el liderazgo efectivo es el que deriva de cierta autoridad. Al respecto, George C. Homans escribió: “¿Pero qué es la autoridad? Necesitamos una definición, y aquí la tenemos: Si una orden dada por un líder a un miembro de su grupo es aceptada por el miembro y controla su actividad en el grupo, se dice que la orden entraña autoridad".

"Esta definición implica que la autoridad de una orden descansa siempre en la buena voluntad para obedecerla, por parte de las personas a las cuales está dirigida”.

En cuanto a la conducta del líder, es oportuno mencionar algunas sugerencias dadas por el autor antes mencionado (resumidas a partir del libro “El grupo humano”-George C. Homans-EUDEBA-Buenos Aires 1977).

1) El líder debe mantener su propia posición. El líder no podrá hacer nada para dirigir a su grupo a menos que se afirme como una persona de la cual partirán las órdenes autorizadas.

2) El líder debe vivir en conformidad con las normas de su grupo. Cualquier falla por parte del líder para vivir en conformidad con las normas del grupo socava su rango social y por ende la presunción de que sus órdenes deben obedecerse.

3) El líder debe dirigir. Si el líder es la persona que origina interacción para los demás miembros del grupo, cualquier falla de su parte en ese originamiento, en tomar la iniciativa, lo convertirá tanto menos en líder.

4) El líder no debe dar órdenes que no serán obedecidas. Si debe dar órdenes cuando se las espera y serán obedecidas, no debe darlas cuando no serán y no pueden ser obedecidas.

5) Al dar órdenes, el líder deberá utilizar las vías establecidas. Si bien el líder debe interactuar con cualquier miembro del grupo, interactúa más a menudo con las personas cuyo rango social se aproxima más al suyo, y sus órdenes tienden a ser transmitidas al grupo a través de esos hombres, sus lugartenientes.

6) El líder no debe imponerse a sus seguidores en los acontecimientos sociales. Esta regla tiene algo en común con la antigua regla del ejército en el sentido de que un oficial no debe tener familiaridad con sus soldados.

7) El líder no debe censurar ni, en general, elogiar a un miembro de su grupo en presencia de otros miembros. Cuando censura a uno de ellos en público, con ello disminuye o trata de disminuir su rango social, es decir, el grado de estima que le confieren los miembros del grupo.

8) El líder debe tener en cuenta la situación total. Si ha mantenido su posición en forma efectiva, habrá creado una zona de indiferencia, es decir, una presunción inicial de que sus órdenes y las de sus lugartenientes serán obedecidas por los miembros del grupo sin discutir si tales órdenes son o no aceptables.

9) Para mantener la disciplina, el líder deberá preocuparse menos por infligir castigos que por crear las condiciones en las cuales el grupo se disciplinará solo. Muchos de nosotros descubrimos, al igual que los líderes de los pequeños grupos, que cuantos más castigos infligimos, mayor es la cantidad que debemos infligir.

10) El líder debe escuchar. Si el líder ha de dar las órdenes que mantengan un equilibrio móvil, debe estar informado acerca de la situación total, dentro y fuera de su grupo.

11) El líder debe conocerse a sí mismo. Debiera resultar obvio que el líder mismo constituye la mayor amenaza para el equilibrio móvil del grupo. Él es quien más puede hacer para ponerlo en peligro.

En cuanto a los movimientos políticos, podemos hablar de liderazgos cuando se trata de dirigir y orientar a toda la población, sin hacer exclusiones. Los movimientos de tipo totalitario, sin embargo, establecen una estricta división entre “ellos y nosotros”, utilizando implícitamente el lema “divide y reinarás”, y favoreciendo la división y el enfrentamiento entre sectores. Esta misma actitud es tomada respecto de los distintos países. A los países “enemigos” se los distingue como “ellos”, algo opuesto a “nosotros”.

En el lenguaje cotidiano, con la palabra “ellos” se designa tanto al sector nacional excluido como al país enemigo. Así, los ideólogos marxistas consideran como cipayos y partidarios de EEUU a quienes no adhieren a sus creencias básicas. Se llega así a una situación en la que gran parte de los ciudadanos son considerados como “extranjeros” en su propio país e incluso se les asocia, injustificadamente, cierta actitud favorable hacia determinado país extranjero.

Si alguien es considerado como un “extranjero y enemigo”, en su propio país, seguramente tendrá una opinión similar respecto de quienes lo calificaron de esa forma. Por el contrario, los movimientos nacionales, que no excluyen a ningún sector, tienen características universalistas, y ello se debe al hecho de promover actitudes y valores cooperativos, que impiden cualquier tipo de discriminación sectorial y favorecen la unión de los pueblos aún en la existencia de la diversidad cultural.

Se atribuye a Nicola B. de Machiavello la expresión siguiente: “Es mejor ser temido que ser amado”. A partir de esta sugerencia, dirigida a los líderes políticos, podemos extraer las dos tendencias extremas posibles para el ejercicio del liderazgo. Por una parte tenemos al líder que impone temor (liderazgo autoritario). Sus directivas se cumplen porque se teme tanto un castigo moral como material. Por otra parte tenemos el liderazgo ejercido bajo la existencia de una mutua empatía entre el líder y sus subordinados (liderazgo democrático). Todos tienen la capacidad de ubicarse en el lugar del otro, para evitar perjuicios y para facilitar el éxito de todos. El líder confía en sus dirigidos y espera de ellos lo mejor. Cada uno de los dirigidos teme no responder en forma eficaz a la confianza otorgada, y por ello se exige a sí mismo el máximo de lo que puede dar. Este último tipo de liderazgo es el que mejor responde a la actitud cooperativa que debe predominar en todos y cada uno de los integrantes de una sociedad.

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