martes, 1 de marzo de 2011

El pensamiento liberal

Debido a que el pensamiento es un proceso individual, se entiende por “pensamiento liberal” a las conclusiones coincidentes de los destacados intelectuales que se identifican con la búsqueda de la libertad como objetivo prioritario. No existe, dentro del liberalismo, algo parecido a un “pensamiento único”, de ahí que no es posible encontrar coincidencias estrictas entre los distintos pensadores respecto de los diversos temas sociales.

En cuanto a la libertad, como objetivo principal, implica la búsqueda de que todo individuo esté regido por leyes y no sea dominado material o mentalmente por otros seres humanos. Lo opuesto a la libertad provendrá entonces de las tendencias que promueven la dependencia mental, o material, o ambas, del individuo respecto de la voluntad de un líder político o religioso. Mariano Grondona escribió: “Según John Locke, la libertad consiste en que cada hombre depende de la ley de la naturaleza y no de la voluntad de otro hombre”

La búsqueda de la libertad, en el sentido indicado, presupone la confianza en la capacidad potencial de todo hombre de poder alcanzar un adecuado nivel de conocimientos que le permitan desarrollar su vida sin que deba delegar sus decisiones a otros seres humanos en oposición a quienes sostienen que el Estado debe dirigir al hombre-masa (totalitarismo). La actitud liberal se adopta incluso respecto a los distintos pueblos, en oposición a quienes sostienen que las naciones “superiores” deben dirigir a las demás (imperialismo).

Ello no significa que se piense ingenuamente que todo individuo, o todo pueblo, tengan efectivamente aptitudes suficientes para desempeñarse con la libertad adecuada, sino que se los debe orientar en esa tendencia, en lugar de dirigirnos a la tendencia opuesta antes mencionada.

Es oportuno señalar que la búsqueda de la libertad individual es también el objetivo central que aparece en la propia Biblia. La búsqueda del Reino de Dios, en oposición al “Reino del hombre”, implica la adaptación de todo individuo a los designios de Dios que trata de “gobernarnos” a través de las leyes naturales. También la actitud liberal resulta coincidente con la actitud del científico, ya que éste supone que todo lo existente está regido por leyes naturales invariantes, por lo que varios pensadores liberales adhieren al deísmo o religión natural. John Stuart Mill expresó: “Resulta inconsistente la concepción de un Dios que gobierna al universo por medio de actos de voluntad variable. La que resulta consistente es la concepción de un Dios que gobierna al mundo por medio de leyes invariables”.

Florencio José Arnaudo sintetiza el pensamiento liberal respeto de la religión: “Existe un Dios, autor de la naturaleza y de sus leyes, cuyos atributos no pueden conocerse. El destino de los hombres depende enteramente de las leyes de la naturaleza y del uso de su propia libertad. Es posible que Dios remunere a los hombres después de la muerte”. “No deben aceptarse las religiones que se dicen reveladas porque imponen dogmas y ritos no racionales. Los creyentes deben seguir una religión natural, de índole moral, dictada por la propia razón. La religión es beneficiosa para la convivencia social”. (De “Principales tesis liberales” de Florencio José Arnaudo – Editorial Pleamar – Buenos Aires 1994).

Luego de aceptarse la existencia de leyes naturales, puede hablarse de un orden natural al cual nos debemos adaptar. Así, la idea de un orden natural adopta, en economía, la forma de un orden económico espontáneo (el proceso del mercado). También son las leyes del mercado la base de los estudios de la ciencia económica. El liberalismo económico resulta simplemente de adoptar, respecto de la economía, una actitud similar a la adoptada respecto de la religión, de la política y de otros aspectos de la vida social. Jean B. Say escribió: “Las leyes de la economía no son obra humana, sino que resultan de la naturaleza de las cosas con la misma seguridad que las leyes del mundo físico”.

La vigencia de la propiedad privada y la búsqueda de un buen nivel económico implican una búsqueda de libertad personal, ya que se trata de disminuir, por ese medio, toda dependencia respecto de otros seres humanos. También se busca esa independencia tratando de adaptarse a una vida simple y sencilla, como lo proponía Mahatma Gandhi.

La principal crítica que los neototalitarios realizan a la economía de mercado, o capitalismo, consiste en atribuir al empresario una injusta y excesiva privación del producto del trabajo de sus empleados, que serían retribuidos sólo parcialmente (para ir el resto a formar parte de la capitalización de la empresa). Sostienen que el empleado debe ser un “socio” más de la empresa, pero para compartir las ganancias y no las pérdidas cuando ellas se presentan. El error de las críticas radica en considerar al trabajo de los empleados como si fuese el único factor de la producción. Entre esos factores está la información, o el conocimiento, necesarios para poner en funcionamiento y mantener la empresa (con los riesgos económicos asociados). También el capital, aportado por accionistas, constituye otro de los factores esenciales para la acción empresarial.

Es oportuno señalar que si un empresario contrata a un nuevo empleado, será porque así obtendrá mayores ganancias. Poca predisposición tendrá a contratarlo si incluso la nueva contratación le ocasionará pérdidas. Adam Smith escribió: “El valor que el trabajador añade a los materiales se resuelve en dos partes; una de ellas paga el salario de los obreros y la otra la ganancia del empresario”.

Respecto de la apreciación de A. Smith, José Florencio Arnaudo escribió: “No es del valor que el trabajador añade, sino del precio que el mercado asigna al valor que el trabajador añade, de donde sale el beneficio del empresario”. “Su inadvertencia, utilizada hábilmente por Marx, lanzó a la humanidad a un derrotero de luchas, revoluciones, persecuciones y masacres de la que sólo ahora estamos emergiendo”.
En cuanto a las críticas dirigidas hacia la concentración de las riquezas, debemos tener presente que la elevada producción de una empresa, así como las elevadas ganancias obtenidas, son una consecuencia del elevado nivel de capital invertido. También los sueldos de los empleados dependen en forma directa de ese capital. De ahí que debemos distinguir entre capital productivo y patrimonio de uso personal de los dueños de ese capital.

De todas formas, si se propone como solución a esa situación la confiscación o expropiación del capital, como ocurre en Cuba y en otros países, se llega a una concentración económica mucho mayor aún, llegándose al extremo de que una pequeña minoría, o un dictador, dirige la vida individual de la población con poderes ilimitados.

En cuanto a la política, como el estudio de la relación entre Estado e individuo, el pensamiento liberal propone límites a quienes gobiernan para proteger al individuo de posibles excesos. Para hacer al Estado “menos peligroso”, propone la división de poderes. El barón de Montesquieu escribió: “Todo estaría perdido si el mismo hombre, el mismo cuerpo de personas principales, de los nobles o del pueblo, ejerciera los tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de juzgar los delitos o diferencias entre particulares” (De “Del espíritu de las leyes” de Montesquieu – Ediciones Altaya SA – Barcelona 1993).

La democracia resulta ser una consecuencia del pensamiento liberal y se opone a otros tipos de gobiernos, especialmente los de tipo totalitario. Aun cuando la democracia pueda presentar algunas desventajas, resulta ser la que ofrece menor riesgo respecto de la integridad de sus ciudadanos, ya que los gobiernos totalitarios (fascismo, nazismo, socialismo) explotan las desigualdades naturales entre individuos de manera que constituyen un serio riesgo para los sectores que son considerados “enemigos” del poder de turno.

Podemos decir que el liberal trata de limitar el poder del Estado para protegernos de quienes lo dirigen, mientras que los neototalitarios tratan de protegernos de los empresarios haciéndose cargo del Estado. (En un mundo con muchas necesidades, hay quienes nos ofrecen protección respecto, justamente, de los sectores productivos).
Las leyes que el hombre establece para lograr un ordenamiento social adecuado, deben fundamentarse principalmente en las leyes naturales que rigen nuestro comportamiento. La adopción de esas leyes, como referencia, implica contemplar la igualdad de los hombres en el sentido de estar todos igualmente sometidos a ellas. John Locke escribió: “La ley natural existe y es tan inteligible y tan evidente para un ser racional y para un estudioso de esa ley como son las leyes positivas de los Estados. Estas sólo son justas en cuanto que están fundadas en la ley de la naturaleza por la que han de regularse y ser interpretadas” (De “Ensayo sobre el gobierno civil” de John Locke – Editorial Aguilar – Madrid 1939).

Desde el liberalismo se propone la igualdad de oportunidades suponiendo una igual capacidad potencial de todos los individuos, mientras que los neototalitarios proponen una igualdad de resultados suponiendo cierta inferioridad en algunos sectores de la población.

Si se pretende sintetizar brevemente el pensamiento liberal, podemos mencionar los dos aspectos que aparecen juntos en todas y cada una de sus manifestaciones, ya sea que se trate de ética, religión, economía o política:

1) Debemos evitar las situaciones en que un hombre ha de ser dirigido material o mentalmente por otro hombre.
2) Debemos tratar de adaptarnos a las leyes naturales que rigen el comportamiento social del hombre.

Para que tenga sentido la actitud liberal, debe tenerse presente que el hombre presenta tres aspectos básicos que lo integran, tales como el afectivo, el intelectual y el material. Desconocer alguno de ellos, o bien priorizarlo excesivamente en desmedro de los otros, lleva a visiones distorsionadas de la realidad con las conclusiones erróneas correspondientes.

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